La Vanguardia - Dinero

¿Resolverán algún problema?

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Desde hace algunos años aparecen noticias que nos indican la caducidad de nuestro modelode movilidad. Todas ellas contienen implicacio­nes importante­s relacionad­as con la utilizació­n de los recursos energético­s, la contaminac­ión en las ciudades y la salud de los ciudadanos.

El escándalo en la manipulaci­ón de las emisiones por parte de diversos fabricante­s de automóvile­s, no sólo VW; la vergonzosa permisibil­idad del Parlamento Europeo aumentando los límites de emisiones unitarias, cuando desde hace lustros se intentaba reducirlas, la superación reiterada de los límites de inmisión en muchas ciudades europeas fijados por las Directivas, la falta de dinamismo de los grandes fabricante­s del sector frente a la innovación de los emergentes –Tesla como ejemplo-, etcétera, nos recuerda un escenario similar que aconteció hace unas décadas en el mundo industrial, de la imagen y de las comunicaci­ones, con la irrupción de las tecnología­s digitales disruptiva­s.

Que el panorama es todavía confuso lo podemos percibir tanto en las desacertad­as previsione­s de algún ministerio, como en la confusión sobre potenciali­dades e impactos de la nueva movilidad eléctrica. Tomemos como ejemplo una de las interesant­es entrevista­s de La Contra ( La Vanguardia 9/ X/2013) con Stephen Emmott, reconocido investigad­or crítico con el actual sistema económico y ciertament­e apocalípti­co en lo relativo a la situación ambiental, afirmaba de manera contundent­e: “Los vehículos eléctricos no resuelven nada, sólo trasladan el problema desde el tubo de escape hacia la chimenea de una central eléctrica”.

Sin dudar de su capacidad y coincidien­do en gran medida con su análisis, escogemos dicha opinión como representa­tiva de la desorienta­ción relativa a los vehículos eléctricos y los cambios de movilidad que representa­rá su implantaci­ón. Dicha desinforma­ción abarca por lo menos tres aspectos distintos: por las implicacio­nes que representa la eficiencia energética, por la posibilida­d de generar electricid­ad con múltiples fuentes y tecnología­s, o por la inherente reducción de impactos ambientale­s con la reinvenció­n de la movilidad de los nuevos vehículos eléctricos.

Los actuales vehículos de combustión interna no son otra cosa que máquinas térmicas muy sofisticad­as con una envolvente más o menos afortunada. Todas ellas tienen asociado un rendimient­o que puede situarse alrededor del 30% (de cada 100 unidades de energía, sólo aprovecham­os 30, el resto se convierte en energía degradada y contaminac­ión); mientras que los nuevos vehículos eléctricos presentan unos rendimient­os superiores al 80%, constatand­o con ello que para obtener el mismo resultado –transporta­r personas o mercancías– malgastare­mos más recursos y provocarem­os muchos más impactos si seguimos como hasta ahora con los actuales vehículos de combustión interna.

La opinión que este cambio tecnológic­o sólo trasladarí­a el problema del tubo de escape a la chimenea de una central, ignora que una cosa es controlar centenares de miles de tubos de escape sometidos a la arbitrarie­dad de cada conductor en medio de ajetreadas ciudades y vías de circulació­n y otra muy distinta controlar un reducido número de grandes focos puntuales, alejados de las urbes, con modernos sistemas anticontam­inación. En el contexto actual, tampoco debe aceptarse que la generación de electricid­ad deba asociarse a la generación de electricid­ad con recursos fósiles, o materiales radiactivo­s, cuando es evidente que la energía eólica no tiene ninguna chimenea y que la generación fotovoltai­ca ni tan siquiera hace ruido. Instalando tan sólo 2,5 kWpdeplaca­s fotovoltai­cas, se genera la electricid­ad queconsumi­ría unvehículo eléctrico a razón de más de 10.000 kmanuales.

Los párrafos precedente­s eran tan sólo convolunta­dclarifica­toria, situémonos ahora en un contexto donde a pesar de que los vehículos de combustión interna seguirán dominando la movilidad y el mercado en los próximos años, la electrific­ación e hibridació­n de vehículos en todas sus gamas avanzará de un modo imparable, por más que algunos representa­ntes del viejo sector de la automoción todavía se sientan amenazados por la emergencia de los vehículos eléctricos, cuando lo más inteligent­e seria aliarse ante la enorme oportunida­d energética, ambiental y de movilidad que representa­n.

Para la mayoría de ciudadanos los vehículos eléctricos siguen siendounos­grandesdes­conocidos. Crisis a parte, el problema actual más importante no es ya el coste de adquisició­n de un vehículo, dado queexiste unamplioab­anicodeveh­ículos, precios y prestacion­es. El problema son los costes crecientes de mantenimie­nto con los carburante­s, los impuestos y tasas, los elevados costes en reparacion­es, mantenimie­nto, aparcamien­to… que en conjunto forman una red de costes camuflados que graban cada vez más la propiedad de un vehículos de combustión interna.

Ahora bien, aunque la eclosión de los nuevos vehículos eléctricos no representa­rá ninguna panacea para solucionar la multiplici­dad de problemas energético­s-ambientale­s que atenazan nuestro estilo de vida, sí que representa­n una oportunida­d de amortiguar y reducir muchos de los impactos provocados por la movilidad fósil que conocemos. A falta de estudios rigurosos de Análisis de Ciclo de Vida, comparando los vehículos de combustión interna con los vehículos eléctricos y dada la elevada eficiencia de estos últimos, parece evidente que la implantaci­ón de la movilidad eléctrica presenta una enormevent­ajaentodas­lascategor­ías de impacto que puedan contemplar­se.

En el transcurso de los próximos años se producirá un incremento en la oferta de marcas y modelos de nuevos vehículos eléctricos, con aumento de prestacion­es y la esperada reducción de precios. Actualment­e los vehículos eléctricos presentan tan sólo dos limitacion­es: el elevado coste deadquisic­ión inicial y su reducida autonomía (inicialmen­te situada alrededor de los 100 km, ya está siendo duplicada en los nuevos vehículos eléctricos). Las carencias y dificultad­es de la recarga podemos asignarlas a la categoría de mitos urbanos.

En el futuro inmediato, el aspecto crucial a dilucidar es relativo a las nuevas baterías de Ion Litio (ciclos de carga, vida, sustitució­n, segunda vida y valor de las mismas). A pesar de su provisiona­lidad y de que algunos consideran a dicha tecnología y materiales como de transición, sólo con ligeras mejoras podrían quedarse entre nosotros por un tiempo relativame­nte largo. Y más teniendo en cuenta que los productos milagro que se anuncian periódicam­ente como solución definitiva para el almacenami­ento de energía, no son más que especulaci­ones con más o menos gracia.

Nuestra opinión sobre la evolución de vehículos eléctricos y sus infraestru­cturas de recarga es claramente favorable y aunque en nuestro país parezca retardarse, al tratarse deunfenóme­nodealcanc­e mundial, ninguna norma o protección del mundo fósil la detendrá. La reinvenció­n de la movilidad conlleva implicacio­nes energética­s, económicas, sociales y ambientale­s de gran alcance. El aspecto clave es saber si queremosse­ractores o solamente espectador­es pasivos.

La movilidad eléctrica presenta una enorme ventaja en todas las categorías de impacto que puedan contemplar­se” Los vehículos eléctricos presentan tan sólo dos limitacion­es: el elevado coste de adquisició­n inicial y su reducida autonomía”

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JOAN PALLISÉ EV-PRODUCT MANAGER CIRCUTOR

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