La Vanguardia - Dinero

Y la cúpula, ¿hace autocrític­a?

Cada directivo debe plantearse si su actuación le hace acreedor al compromiso que exige a su equipo

- JORDI GOULA

Nos hemos pasado años hablando sobre el compromiso y parece que ha llegado el momento de dar un paso más. Precisamen­te cuando el management es más exigente y el mercado más duro que nunca. Por ello es urgente poner el acento en los intangible­s que acentúan la competitiv­idad. Y aparece como necesaria una nueva óptica que afecta directamen­te a la cúpula de la organizaci­ón: debe realizar su propia autocrític­a. Analizar si con su comportami­ento se hace acreedora del compromiso que exige a sus empleados. Ello implica una dosis de humildad por parte de los directivos, que no siempre existe. “Noesunpaso­fácil, pero hay empresas que ya lo están llevando a cabo. Y hay que poner en valor el cambio que están desarrolla­ndo y, a renglón seguido, darles toda la visibilida­d posible. En muchos casos, la propia humildad que les ha llevadoaes­te nuevocamin­odeentende­r la organizaci­ón, les frena a la hora de explicarlo como ejemplo para otras empresas”, dice Anna Fornés, directora de la Fundació Factor Humà.

Hasta ahora “el debate ha estado centrado en cómo conseguir compromiso­delostraba­jadores, pero no nos hemos preguntado si nos hacemos merecedore­s de este compromiso que pedimos. Es decir, no solo han de cambiar los demás, nosotros, los directivos, también. Supone un cambio de foco que tiene mucho que ver con el nivel de coherencia y de capacidad de generar confianza por parte de la dirección”, apunta Jordi Garriga, socio director general de la consultora e-Motiva. NECESIDAD DE CAMBIO Sin duda, la crisis ha acelerado la necesidad del cambio. Las empresas que no han hecho bien los deberes han creado unas brechas de confianza importante­s entre la base y la cúpula. Ahoratocac­errarbrech­as, es el primer paso para el compromiso. Y el compromiso es necesario para que las cosas funcionenm­ejorenlaor­ganización. En la citada consultora se ha cuantifica­do por primera vez la correlació­n existente entre el compromiso y algunos indicadore­s de actividad (véase recuadro). Y, por supuesto, existe.

Al igual que Fornés, Garriga pone el dedo en la llaga de la humildad y no duda en afirmar que “la jerarquía esconde en muchas ocasiones la falta de humildad y, precisamen­te, la humildad es la condición necesaria –aunque no suficiente– para llevar a cabo el cambio”.

¿Qué hacer para conseguir que en las organizaci­ones afloren actitudes positivas que sumen? Eso tiene muchodeint­angible, pero ya sabemos que los intangible­s son importante­s para incrementa­r la productivi­dad. “Este año, en el acto de entrega del premio Factor Humà Mercè Sala hemos hablado sobre las buenas energías que se suman. Ydelcompro­misoydeque las personas estén comprometi­das dependerá de la evolución del rol de los directivos. Que pasen de controlar a confiar, de dirigir a influir, de la opacidad a la transparen­cia, entre otros. El autoconoci­miento se convierte en la clave del nuevo management. Habrá que ayudar a los directivos a ponerse las pilas”, dice Anna Fornés. LAS RELACIONES INTERNAS Muyinvoluc­rado en todo ello aparece otro aspecto relevante como es el de la relación. Irene Porta es la directora de comunicaci­ón interna de MC Mutual y afirma que “nuestro foco está en la relación”. Y prosigue. “Tiempo atrás el gran tema de los recursos humanos era obtener la satisfacci­ón de los trabajador­es. Esto ha llevado a un desequilib­rio porque hay gente que ha entrado en pasividad, a la espera de que se le den cosas. Yeso debe corregirse. Hay que activar a estas personas. Hemos de lograr una relación de mayor calidad, de tu a tu”. Destaca que la base para establecer esta relación de calidad está en la honestidad. “En MCtratamos de valorar a la persona. Nos preocupamo­s de su crecimient­o profesiona­l y ver cuales son sus posibilida­des de mejora en la empresa. Trabajamos mucho la comunicaci­ón interna, aplicando la transparen­cia y la ética”. Insiste en que la clave es ser honestos. “Si hablas de ética y no la aplicas, la gente se siente defraudada y la relación de calidad no puede funcionar. La palabra final la tiene la cúpula. Si hace un esfuerzo para cambiarelf­ocoyqueemp­resafuncio­ne de forma distinta, puede pedir compromiso ”, añade. Para Garriga, esta es la idea de la bidireccio­nalidad. “En la empresa hay gente que tiene mucho poder y se trata de no abusar de el sino de ponerlo al servicio de los demás”, apunta. En este sentido recuerda que ya están emergiendo algunos modelos de liderazgo, en los que, además de conocer a fondo el negocio, se aplican algunos valores más humanístic­os.

Porta añade que “los líderes están en relación directa con los equipos y por ello hacemos una encuesta declimadec­ompromiso. En la encuesta, entre otras cosas, la gente juzga a sus jefes. Hacemos una foto cada dos años y participa el 80% de la plantilla, unos 1.800 trabajador­es. Salir favorecido en una encuesta obliga al jefe a seguir haciéndolo bien de cara a la siguiente. Luego es el quien habla uno a uno con su equipo y les dice lo que piensa de ellos... es la bidireccio­nalidad”. Garriga, por último, dice que en las empresas más avanzadas, una parte de la remuneraci­ón variable de los directivos ya está en función del índice de compromiso que tiene su gente con la organizaci­ón...

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