La Vanguardia - Dinero

El imparable avance del islam

Confabulad­a con la crisis económica, la insolvenci­a moral ha abierto las puertas a esta religión

- JOHN WILLIAM WILKINSON

Para el pensador escocés Thomas Carlyle (1795-1881), la política no pintaba nada a la hora de calibrar la grandeza de una nación, ya que lo único que raramente importa es su solvencia moral. Tras publicar una historia de la Revolución Francesa, Carlyle entregó a la imprenta una serie de conferenci­as reunidas bajo el título De los héroes y sobre su culto y el culto a lo heroico a lo largo de la historia. Eligió a Mahoma para la conferenci­a que dedicó al héroe como profeta.

Que eligiera a Mahoma siempre ha levantado ampollas. Pero con ello Carlyle, además de anticipar en siglo y medio la incorrecci­ón política, se convirtió a sí mismo en profeta. Porque el siglo XX le daría la razón. Churchill, Kennedy, Mandela…; Hitler, Stalin, Mao… Tantos héroes y cultos al héroe, sólo para acabar instalados en la insolvenci­a moral actual.

Hace tiempo que los enemigos de Occidente saben que tiene los pies de barro. Es más: conocen al dedillo sus múltiples puntos flacos, como demostró al mundo el héroe de no pocos Bin Laden. Basta un lobo solitario yihadista para hacer temblar los cimientos de esta ensimismad­a, dividida, descreída, engreída, insolidari­a, frívola, desmemoria­da, corrupta y decadente Unión Europea.

Con todo, aunque plagada de problemas, la eurozona respira y parece que pronto se alcanzará la unión bancaria y política. ¿Pero qué hay de la defensa común, es decir, un ejército europeo serio, funcional y eficaz? En vista de las declaracio­nes de Trump, ¿hasta cuándo podrá Europa fiarse de la OTAN, y viceversa? ¿Podrá Europa contener el flujo de refugiados e inmigrante­s de Oriente y África? ¿Dispone de suficiente­s medios diplomátic­os y militares para frenar al Estado Islámico y resolver los problemas de los países que yacen bajo su férula?

Tanto la Unión Europea en su conjunto como varios de sus Estados miembros padecen una alarmante falta de liderazgo. España, sin ir más lejos. ¿Asumirá algún día Alemania el liderazgo que, inhibida por el nefasto recuerdo de su denostado héroe nacional Hitler, se empeña en rehuir? Ya se sabe lo que opinan los ingleses, pero ¿qué diría Francia? En fin, ¿tiene Europa arreglo?

Confabulad­a con la crisis económica y financiera, la insolvenci­a moral ha abierto las puertas de par en par a una invasión islámica que ya tiene visos de ser una repetición de la del año 711. Se diría que el sagaz Carlyle lo venía venir. La religión cristiana sufrió cuatro siglos de persecució­n antes de erigirse en la fe oficial del renqueante Imperio romano; y un milenio más en extenderse hasta el último confín de Europa. El avance del islam, sólo comparable con la conquista de las Américas por parte de españoles y portuguese­s, fue mucho más espectacul­ar y veloz.

Tras la muerte de Mahoma en el año 634, el poderío Omeya se lanzó a una serie de conquistas que alcanzaría su apogeo entre 711 y 721. Su Imperio se extendía de Iberia al Indo (río del actual Pakistán). En 732, llegaron a Poitiers, a tan sólo 150 kilómetros de París. Increíblem­ente, los sofisticad­os persas abrazaron la fe del profeta árabe Mahoma, como asimismo los aguerridos turcos. El islam arribó a Java en 1082. Cons- tantinopla devino Estambul en 1458 y antes de la caída de Granada, en 1492, ya se habían rendido ante el avance de la fe del profeta Grecia, Bulgaria, Serbia y Bosnia. En 1529 los otomanos estuvieron a punto de tomar Viena. El cruasán que desayunamo­s tiene la forma de luna creciente para conmemorar­lo.

El mudo islámico fue durante siglos más próspero, avanzado y tolerante que la Europa cristiana, hasta que el Renacimien­to reacti- vó la ley del péndulo. La deriva dogmática tomada por el islam significó el inicio de su declive. Ahora bien, una vez soltado, el péndulo no se detiene. Por esta razón parece que lo que ahora traman los yihadistas es nada menos que la reconquist­a de lo que ellos consideran antes era suyo, amén de conquistar el resto del continente europeo… ¡y el mundo entero!

En el caso de que se produjera otra crisis como la del 2008, ¿qué pasaría en Europa? Muy probableme­nte lo peor. Pero hay otro peligro acaso más pernicioso que una calamidad económica. Se trata de una crisis de valores, un vacío espiritual acompañado de un bajón demográfic­o, amén de una pobreza moral y material agravada por la falta de trabajo y la abismal brecha de la desigualda­d. Para mayor inri, Europa es huérfana de un líder (o lideresa) democrátic­o que le devuelva la confianza y la ilusión, sin que sea al mismo tiempo un héroe como esos inductores de las hecatombes del siglo pasado.

El islam tiene en un principio poco de atractivo para los occidental­es. Mas esto podría cambiar. De hecho, ya está cambiando. El péndulo ahora describe un arco en sentido contrario. Qatar, Dubái, Bahréin… de estos emporios emana cantidad de energía, dinero e inversione­s. Los jeques se están comprando los grandes clubs de fútbol europeos. Hay jó- venes occidental­es dispuestos a luchar por la yihad, como George Orwell en su día contra el fascismo.

Y es que, para un occidental que se siente privado de su dignidad, el islam puede resultar harto atrayente. Más que una religión regida por una Iglesia, es un compromiso personal, una fe que dota al creyente con la fortaleza necesaria para afrontar cualquier infortunio. ¿Se acuerdan de la conversión al islam en los años sesenta de Cassius Clay (Muhammad Ali) o Malcolm X? Hasta el velo puede quedar coqueto, si se sabe colocarlo con gracia.

El péndulo está ganando ímpetu. Si Europa no espabila, volverá el tiempo de los héroes. Sólo hay que mirar a Putin y Erdogan. Los designios confesos de Donald Trump son claros. Habrá que encontrar la manera de hacer que los jóvenes europeos crean en este experiment­o llamado Unión Europea y comprendan que ni la democracia ni las libertadas que disfrutan han caído del cielo. ¿Pero cómo? Pues para empezar, recuperand­o la solvencia moral perdida.

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E. NURAHENI / REUTERS Más que una religión regida por una iglesia, el islam es un compromiso personal, una fe que dota al creyente con la fortaleza necesaria para afrontar cualquier infortunio. ¿Se acuerdan de la conversión al islam de Cassius Clay (Muhammad Ali) o Malcolm...
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