Sin límites de movilidad
El 28 de mayo de 1997 la vida del paratriatleta Dani Molina cambió totalmente. Tenía 22 primaveras. Sucedió todo muy rápido, en apenas unos segundos: un coche se saltó un ceda el paso y lo embistió cuando circulaba en moto. Literalmente lo barrió de la calzada. Dos jornadas después del siniestro los médicos le dieron una mala noticia: no le podían salvar la pierna derecha, por lo que se la tenían que amputar por debajo de la rodilla. “Recuerdo aquel día como el más duro de mi existencia, pero reconozco que desde el accidente soy mejor persona y vivo la vida más intensamente”, admite el campeón del mundo de acuatlón y en varias ocasiones subcampeón de triatlón.
Desde los 18 años, el también arquitecto técnico conducía motos, y el carnet B se lo había sacado apenas tres días antes del fatídico accidente. Untotal de14operaciones y un año de recuperación es lo que necesitó para volver a andar y retomar la senda de la normalidad ensuvida, incluido enel ámbito de la conducción. Nocogió miedo a la carretera, pero sí respeto. Aunque las motos le siguen gustando, nunca se ha vuelto a montar en ninguna. Y ahora que está a punto de ser padre no sabe cómo reaccionaría si suhijo le pidiera unamonturade dos ruedas: “Entendería que quisiera tener unamoto, pues yo la tuve, pero no sé cómo lo llevaría…”
Al año del accidente se compró su primer coche, unFiat Bravo. De eso ya han pasado varios quinquenios y ahora conduce un Mitsubishi Outlander automático adaptado con un inversor de acelerador porque lo maneja con el pie izquierdo. Este 4x4 de casi 4,7 metros de longitud le va fenomenal para transportar todos sus bártulos a nivel personal y profesional. Molina reside en Guadalajara y utiliza el vehículo a diario para ir a entrenar y desplazarse a la mayoría de lugares donde compite.
Lamentablemente, este año no participará en los Juegos Paralímpicos de Río porque su categoría ha sido excluida de la cita deportiva. De momento, se tendrá que conformar con su experiencia en la convocatoria de Atenas (2004).
Dani procede de una familia numerosa, por lo que tiene muchas anécdotas por explicar: “Una vez fui en coche a Huelva con mis cinco hermanos y mis padres, y del denso tráfico que había tardamos casi un día en llegar”. Iban a bordo de un Peugeot 505 familiar con tres filas de asientos en el que, algo estrechos, cabían todos. Si bien este viaje lo tiene grabado en la memoria por lo eterno que fue, hay otro quele supoapoco. Setrata del viaje de novios que hizo con su esposa recorriendo Estados Unidos en un magnífico descapotable. “Fue increíble”, rememora el de- portista español, que sueña con convertirse en campeón del mundo de triatlón y con ponerse al volante de un Porsche Carrera 4 de color rojo.
Conducir es una actividad que le gusta. La velocidad la reserva para la competición deportiva. En el coche circula tranquilo y lo único que le molesta es el mal uso que hacen demasiadas personas de las plazas para gente con movilidad reducida. “Debería haber más”, apostilla el paratriatleta.