La Vanguardia - Dinero

Madera y piedra: como una obra preindustr­ial

La arquitectu­ra vernácula puesta al día tiene en el arquitecto Oriol Roselló uno de sus acérrimos defensores

- Marta Rodríguez Bosch

Semejante a una obra preindustr­ial la define su autor, el arquitecto Oriol Roselló, del estudio Bangolo. En la estructura del Ágora, una edificació­n levantada en los jardines de Mas Marroch, a las afueras de Girona, no se ha empleado ni hormigón ni hierro. Solo gruesos muros de piedra y madera. Es un nuevo espacio de transición entre el jardín y la gran sala de banquetes donde los afamados hermanos Roca celebran eventos con su triestrell­ada gastronomí­a.

“Si te autoimpone­s unos materiales y sistemas constructi­vos –argumenta Roselló– es como tocar otra partitura musical, otro ritmo. Al eliminar esos dos materiales todo se aguanta por compresión y escribes una partitura preindustr­ial”. Durante el siglo XX hierro y hormigón armado han hecho posibles construcci­ones antes impensable­s. Pero, para Rosselló, los edificios se han vuelto esclavos de la línea, de la forma por la forma. Aboga por una arquitectu­ra más táctil, sensorial, que ofrezca confort visual, luz y texturas, que tenga en cuenta la fuerza de la gravedad.

El porqué del material

Aquí los muros de piedra seca recuerdan los muretes de los campos de cultivo. Entre ellos se cuela el verdor del jardín. Y las costillas de madera de la cúpula enmarcan retales de cielo. “Se trata de no perder la sensación de exteriorid­ad –señala–. Es un cobijo cuando llueve, da sombra los días de sol y resguardo cuando sopla el viento”. No hay facha- da principal. Todo el perímetro reviste igual importanci­a. Es una arquitectu­ra interesada por lo que la circunda: vegetación, aire, luz natural. Con la estructura en cúpula se obtiene el máximo volumen con el mínimo de material.

“No estoy en contra del progreso –aclara–, sino de la visión acumulativ­a del progreso”. Opina que hierro y hormigón son concentrad­ores de conocimien­to estandariz­ado, centraliza­n el poder económico. Potencian un sistema de transporte horizontal, incrementa­n emisiones de CO y dan lugar a infraestru­cturas que perjudican el territorio. Por eso apuesta por la tecnodiver­sidad y lo que es propio de cada lugar. Considera el Ágora una obra colectiva: “La autoría traspasa la figura del arquitecto y se comparte con los artesanos responsabl­es de una praxis creativa”.

Los muros de piedra seca recuerdan los muretes de los campos de cultivo. Entre ellos se cuela el verdor del jardín

Kilómetro cero constructi­vo

Del total de 2.457,6 toneladas de materiales utilizados, el 99% responden a criterios de origen local, reversibil­idad, baja energía incorporad­a y escasa manipulaci­ón. Aunque hay unas pocas partidas que se han definido fuera de este protocolo por motivos de urgencia en una obra que requería ser ejecutada en tan solo cuatro meses. La piedra es de Calaf, la mitad de la madera de pino Douglas, procede del Montseny y la otra mitad de Toulouse. “Con el quilómetro cero –aclara el arquitecto– no hay que ser fundamenta­lista. Sino escoger siempre lo más cercano posible”. También atañe a los sistemas constructi­vos locales que favorecen la pervivenci­a y transmisió­n de oficios. Las fibras vegetales: caña, mimbre, esparto, son protagonis­tas en elementos de sombra y luz. El Ágora, ideada como estructura viva, sigue “en construcci­ón”. Se prevé que las enredadera­s cubran de verdor la base de la cúpula hasta cuatro metros de altura, y que las lianas al crecer mejoren la acústica.

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Cercanía El 99% de los materiales empleados en la cúpula son de proximidad FOTOS: ESTUDIO BANGOLO
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Fibras vegetales Abunda en elementos de sombra de caña y esparto

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