La Vanguardia - Dinero

Camino hacia la libertad

- Sonia Moreno

Hace poco más de una década, la periodista y directora de teatro Elisenda Roca se determinó a aprender a conducir no solo su vida personal sino también un automóvil. Ronda bala cuarentena y estaba pasando por un momento vital complicado. Apuntar se en la autoescuel­a fue unas de las decisiones que tomó para conseguir una libertad de movimiento­s absoluta, sin depender de nadie, ni tan siquiera de los taxistas que tantas veces la habíanllev­ado. “Lasclases prácticas eran como una terapia para mí, pues al ponerme al volante me concentrab­a en la carretera y me olvidaba de todo”, admite la también escritora, que a finales de este año lanzará al mercado dos nuevos títulos, una novela de intriga para jóvenes y un libro pop up.

Desde que obtuvo el carnet, Elisenda –sólo le permite a su hermana, Clara, llamarla Eli– viaja a bor- do de un Mercedes-Benz Clase A. Entre otros desplazami­entos, lo utiliza para ir a ver a sus padres en el bello pueblo medieval de Montsonís, ubicado en la Noguera. Cuando conduce pone la radio, a no ser que la acompañe su hijo, Adrià; en tal caso, escuchan los grupos preferidos de rock del joven músico (toca la guitarra y canta en el conjunto Stone Iron Races). Ysuenan en formato CDporque el utilitario carece de un sistema mul ti media moderno para conectar listas de Spotify.

De viaje con el 600

Su coche, al que denomina “camioncito”, la ha llevado por lugares impensable­s. El verano pasado, por ejemplo, recorrió Navarra, entrando por las Bardenas Reales, durante uno de los viajes que cada año realiza en coche con sus dos hermanos. Durante una semana dejan a sus seres queridos encasa y los tres disfrutan de una ruta temática( gastronómi­ca, literaria, en ológica ...). Siempre que puede, evita sentarse enel asiento posterior. Lo detesta, al igual que los coches de 3 puertas en los que hay que contorsion­arse para acceder a la parte trasera.

De todos modos, no le quedaba otro remedio que viajar atrás cuando iba de vacaciones en familia en un Seat 600 “aceituna” o un Supermiraf­iore. Siempre se colocaban en el mismo sitio: los padres delante, ella justo detrás del conductor, Carles en el medio y Clara en el otro extremo. “Éramos nómadas veraniegos, pues hacíamos rutas muy largas por España; recuerdo pasar mucho calor, marearme y, sobre todo, jugar”, rememora la galardonad­a comunicado­ra, quien considera el coche como un espacio idóneo para charlar y compartir momentos, sin que las pantallas de DVD u otros dispositiv­os capten toda la atención de los ocupantes.

Al volante, Elisenda Roca intenta noperder el sentido del humory se esmera en ser una buena conductora. A nivel laboral, además de su magnífica capacidad profesiona­l, sabe rodearse de talento. “Sin unbuenequi­po detrás no eres nada”, concluye.

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MAITE CRUZ

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