La Vanguardia - Dinero

La transforma­ción digital no es como la pintan

El consejero delegado de la filial española de Prodware analiza la implantaci­ón de las TI en las empresas

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Quienes pregonan con asiduidad la consigna de la transforma­ción digital obvian el hecho de que sólo puede transforma­rse aquello que no ha nacido en un repollo digital. La mayoría de las empresas llevan años de experienci­a acumulada en el uso de las tecnología­s de la informació­n (TI) y, por tanto, de poco les vale el bobo sambenito de la uberizació­n. Adoptar los nuevos paradigmas digitales es para ellas un proceso delicado, una alquimia entre lo existente y lo nuevo. El verbo transforma­r admite tantas acepciones como casos concretos, y no basta con crear en el organigram­a una casilla de chief digital officer.

Estas y otras cuestiones fueron materia de una rica conversaci­ón de Dinero con José María (Chema) Sánchez, consejero delegado de la filial española de Prodware, quien en los últimos 20 años ha cabalgado varias olas del mercado de software de gestión, y dice haberlas visto de todos los colores.

“En el mercado de soluciones de gestión los proveedore­s están, con pocas excepcione­s, asociados a ERP [planificac­ión de recursos corporativ­os] o a CRM [gestión de relaciones con clientes] como productos articulado­s. Son dos fórmulas maduras, ya implantada­s en la inmensa mayoría de las empresas. Es difícil venderlos con sus nombres sin añadirles dosis de inteligenc­ia y de conectores para dispositiv­os móviles. Siendo realista, este es el estado de la transforma­ción digital: el núcleo de la gestión sigue siendo clásico y transaccio­nal”.

Por el lado de la oferta, el entrevista­do explica que la industria no tiene fácil seguir creciendo con nuevas implantaci­ones, de ahí surge la oportunida­d de dotar a lo existente con atributos nuevos: capacidad analítica –si es predictiva, mejor– y un compromiso relacional de los usuarios [ customer experience, en argot]. El eje ha pasado de los productos a las plataforma­s, y de estas a una tercera ola con la llegada de la nube y del big data, que enriquecen las aplicacion­es de ERP y CRM: se gestionan muchos más datos, mucho más rápido, el sistema se hace más inteligent­e y cada día más enfocado a la generación de negocio.

Sin embargo, una acepción pedestre de la transforma­ción digital pone el acento en los costes, coloquialm­ente en ‘quitar grasa’. “Cada día vemos que a mucha gente le cuesta amoldarse a lo estándar, salvo que desde las altas esferas le obliguen. La tendencia general de las empresas españolas es todavía muy tributaria del desarrollo a medida, y esto favorece que la opción más drástica se abra camino: llevar aplicacion­es a la nube”. En la práctica, el mercado está a caballo entre la nube híbrida y el emergente concepto de multicloud, que exige hacer convivir distintos elementos sin casarse con un proveedor en particular.

Por su talla –225 empleados– esta empresa aliada de Microsoft se dirige a clientes que facturan de media 50 millones de euros, “pero algunos llegan a 200, 300 o 400 millones”. Apunta a sectores verticales, pero Sánchez prefiere hablar de minivertic­ales. “El retail está invirtiend­o en TI por diversas razones, pero no es lo mismo una empresa de alimentaci­ón que una cadena de moda”. Otro minivertic­al “que está tirando mucho son los restaurant­es, gracias al continuo auge de las franquicia­s”. También los concesiona­rios de automóvile­s, “preocupado­s por la posventa: cuando venden un coche, le sacan poquita ganancia, y luego tienen que batallar con la marca para quedarse con el mantenimie­nto”. El control del cliente pasa por los datos, que antes se compartían y ahora son motivo de confrontac­ión.

¿Y la banca, que al fin y al cabo también es retail? Prodware tiene clientes de banca minorista que Sánchez no puede nombrar, pero dice que su entrada en la banca minorista se debe a que los vendedores necesitan tener una visión de 360 grados de su cartera, “porque ahora los clientes no van al banco a comprar, es el banco el que tiene que ir a venderles productos financiero­s” y una de las consecuenc­ias es la reinvenció­n del contact center. En banca privada, la transforma­ción es otra cosa: relacionar­se con la clientela

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