El gran subastador
De Pury, que fue conservador de la colección Thyssen y dirigió Sotheby’s Europa, desnuda el mundo del arte
La historia de El subastador, la de Simon de Pury, al que han llamado el Mick Jagger de las subastas, es una historia de gran arte. Y de egos más que proporcionales. Basta leer el primer capítulo, titulado Mi retrato desnudo, en el que De Pury, que fuera conservador de la colección Thyssen en Villa Favorita, luego presidente de Sotheby’s Europa y, cómo no, fundador de su propia casa de subastas, Phillips de Pury –actualmente en poder del Mercury Group ruso–, no sólo cuenta cómoseesfumósusueñoderomperel duopolio de Christie’s y Sotheby’s debido a los atentados del 11-S , sino también su separación tras décadas de matrimonio por su romance con una magnate, Louise Blouin MacBain, “cuyas dotes empresariales me habían robado el corazón”. Romancetras el cual acabó liado con la modelo y pintora Anh Duong, “que seguramente –escribe– podría ser considerada el trofeo femenino del mundodel arte”. Conella se hizo un peculiar retrato antes de tirarse la vajilla entera a la cabeza: Eric Fischl los pintó con él sentado y en traje de Caraceni y ella desnuda –casi una descarada posesión– sobre él.
Él mismo reconoce, porque lucidez no le falta, que era víctima de cierta megalomanía... pero que su carrera vital era como para tenerla. En todo caso, sus escarceos amorosos no son el núcleo del libro, sino, por supuesto, el mercado del arte –ese en el que “el arte contemporáneo son los nuevos viejos maestros” porque ya no hay casi más viejos maestros que vender, todos están en los museos– y, claro está, él mismo, que narra cómo conducía las subastas de manera muyteatral: cejas arqueadas, miradas sostenidas, cambios de tono y entusiasmo de predicador o, más bien, de converso, capaz de crear intriga, nerviosismo, necesidad y récords.
Décadas del universo del arte pasan por el libro. Millonarios árabes, estrellas de Hollywood, Larry Gagosian, Charles Saatchi, Leo Castelli, perritos hechos de globos de colores metalizados vendidos por de- cenas de millones, adivinas que alientan divorcios, las guerras delas casas de subastas... y la época en la que De Pury se convirtió en conservador de la colección Thyssen en Lugano, que le cambió la vida pese a la fama de voluble del barón. Unbarón poliédrico, a veces El gran Gatsby, otras CiudadanoKane, quebebía demasiado, devoraba vorazmente arte y matrimonios, viajaba sin descanso y le contaba cómo mientras su tío impulsó a Hitler al poder su padre en cambio fue antinazi. De Pury analiza incluso los diferentes matrimonios del barón hasta llegar a la “temperamental” Tita Cervera.
Y por supuesto concluye recordando cómo tras fracasar en su enfrentamiento con Sotheby’s y Christie’s reinventó Phillips de Pury para el arte ultramoderno rodeandolassubastas enelChelseaneoyorquino de fiestas locas, conciertos de rock y happennings para venderaGerhardRichteroTakashi Murakami. Ahorasededicaalas subastas benéficas y a vender arte en internet. Pero dice que lo que le entusiasma no es hacer dinero, sino estar cerca del gran arte, porque siempre se havisto “comounartista disfrazado de marchante”.