La gestión de la última década estuvo marcada por influencias políticas locales
cipitan los acontecimientos.
En sustitución de Mussari, en 2012 se recurre a Alessandro Profumo, exejecutivo de Unicredit, para enderezar el rumbo. Pero en 2013, la novela del Monte dei Paschi adquiere tintes dedrama: DavidRossi, el responsable de comunicación, considerado como la caja negra de la entidad, se cae del balcón de la oficina del palacete. Los familiares, quenuncahancreídoenel suicidio, aún luchan para que se haga justicia. Se ha exhumado incluso el cadáver para tratar de aclarar las cosas (sin lograrlo).
“El Monte dei Paschi ha dejado deserunproblema”, proclama Profumo en mayo del 2015, cuando abandona el banco al cierre de su gestión. El primer ministro Matteo Renzi (florentino), en enero de este año, apenas puede contener su entusiasmo. “Es un banco saneado, quién invierte en la entidad hace un gran negocio”. La realidad es que Monte dei Paschi está al borde del abismo. Massimo Tononi, el actual presidente, culpa de la mala situación a los especuladores y el gobierno estudia un plan para salvarlo, si Bruselas se lo permite, mientras los titulares de obligaciones subordinadas pueden perder sus ahorros.
“Siena es una ciudad donde hay poco realismo. Todo está fuera de escala. Es una urbe que no está hecha a medida del hombre, sino de los sueños. Una cadena de ilusiones”, observa Allegranti. En cuanto a Mussari, condenado por varios delitos financieros en primera instancia, los bien informados aseguran que acostumbra cada día a madrugar y montar a caballo en las colinas de la Toscana.