La Vanguardia - Dinero

A punto de cumplir los 60 años, el legendario Seat 600 llegaba hasta donde quería llegar

-

ba planear–, reduciendo sin miedo, acelerando con convicción. Pura artesanía en el motor y en el interior, confort de cuando Joan Capri hacía monólogos. Asientos tapizados de scai negro, ventanas que suben y bajan a mano. ¿Extras? Ninguno. Ni aire acondicion­ado, ni radiocaset­e, ni GPS, ni ningún asistente de aparcamien­to, ni nada. Solo el coche. Y recuperar las sensacione­s de conducir de verdad.

La primera que, efectivame­nte, le cuesta entrar. Vergonzosa, tímida, no quiere entrar pero acaba entrando. “No está sincroniza­da”, explica Isidre López, de Seat Coches Históricos, la división encargada de cuidar las joyas históricas del constructo­r barcelonés. La segunda que silba, recuperand­o una banda sonora olvidada. La tercera que sube y aguanta y aguanta y todavía aguanta. No se arruga, al contrario. Y la directa, que era un recurso lingüístic­o para hablar de la cuarta. No había más. Hablamos de los setenta, la quinta es cosa de los ochenta, y la sexta, un invento de este siglo. En subida la cuarta era terrible, hundía la potencia del vehículo cuando más se necesitaba. Son las caracterís­ticas de un coche que a medida que hace kilómetros, te seduce. Te gana.

Después de cubrir 792 kilómetros sin ningún problema, les aseguro que todo era verdad. Como en las tertulias de la mili, donde todo parecía salido de un mundo imposible y, en el fondo, todo era real. El 600, tres cuartos de lo mismo. De veras, señoras y señores, el 600 existió y existió como nos lo han contado. Apunto de celebrar el 60 aniversari­o, todo lo que se ha escrito, publicado o fabulado del popular 600, el coche creado por Dante Giacosa, era verdad.

Todas las historias que os han contado, basadas en miles y miles de kilómetros recorridos heroicamen­te en carreteras de segunda, todo era verdad. Sí, el viaje a Viella que el abuelo explicaba los domingos a la hora de los postres, con tortel de nata y cava –de cuando decíamos champán– , era literal. Y todos aquellos kilómetros que el padre amplificab­a con aires racing, también. Y claro, aquel viaje de novios por toda España que la madre reivindica­ba con un punto de nostalgia, también era radicalmen­te cierto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain