La maldición de los empleos con mayor estatus
En la era del trabajo postindustrial los altos cargos están obligados a afrontar nuevas decisiones
Los cambios en el mundo laboral han generado dos tipos de empleos, los que añaden valor, y por tanto están mejor retribuidos, y los que se basan en rutinas y operaciones mecánicas, que parecen destinados a desaparecer. Según esa teoría, los primeros gozarán aun de mayor demanda y aceptación en el futuro cercano, por lo que una buena trayectoria laboral supone, ante todo, una tarea constante de reactualización, de adquisición continua de conocimientos y de anticipación de las necesidades de los negocios a través de una formación incesante. Hay que prepararse para estar siempre activo, aportando lo necesario para resultar empleable.
No sólo se trata de que los cambios en la estructura ocupacio-
nal precisen de titulaciones para las que se requieren más años de educación formal, más credenciales y mayor especialización, sino que, como señala el estudio Be Careful What You Wish For: The Learning Imperative in Postindus
trial Work, de Gonzalo Valdés y Stephen R. Barley, investigadores de la Universidad de Stanford y de California respectivamente, en el mundo del trabajo postindustrial los profesionales, gerentes y técnicos, que se han convertido en las categorías dominantes, están obligados a afrontar nuevos problemas, aprender nuevas tareas y participar en tomas de decisión que requieren información de la que a menudo no se dispone.
El estrés de los puestos de prestigio
Esto forma parte de lo que se ha dado en llamar el “estrés de los puestos de mayor prestigio”, que se manifiesta no sólo en una ampliación de la jornada laboral que no pasa sólo por la permanencia en la oficina, sino por una presión que no se termina después de que las tareas han finalizado. Las investigaciones empíricas, señalan Valdés y Barley, demuestran que las personas que desempeñan estas profesiones ven su vida privada y familiar mucho más afectada que las de los trabajadores manuales. Los costes del mundo del trabajo postindustrial tienden a ser más psicosociales que físicos.
Además, la llegada de la economía postindustrial ha provocado no sólo la sustitución de un tipo de trabajo por otro, sino el aumento de parejas de doble salario, lo cual supone que ambos cónyuges tienen menos tiempo libre para hacerse cargo de las tareas del hogar. En este contexto de múltiples exigencias, la desconexión entre el ámbito laboral y el personal resulta difícil, lo que hace complicado cambiar de registro y adoptar el papel de padres o de cónyuges. Muchos progenitores insisten en que lo importante no es la cantidad de tiempo que se pasa junto a hijos y pareja sino la calidad, pero el problema de este contexto es que pone muchas trabas a que la calidad sea también la adecuada.
Disponibilidad 24 horas El mundo laboral contemporáneo tiende a ser agobiante. Muchas profesiones tienen hora de entrada, pero no un momento claro de finalización. En ocasiones, porque la jornada se prolonga, en otras porque el trabajo continúa en el domicilio, y en las más comunes, porque los medios tecnológicos permiten que el empleado esté conectado en cualquier momento si surge algún problema. A menudo, este tipo de trabajos son exigentes, en tanto deben solucionar problemas en plazos muy cortos y por- que sus ocupaciones acarrean un grado elevado de responsabilidad: un fallo puede tener consecuencias serias.
En ese contexto, la tarea formativa es un elemento de tensión más. Y esto resulta especialmente cierto, señalan los investigadores, en la medida en que el trabajo por proyectos se vuelve dominante en muchos sectores. Buena parte de ellos requieren de interacciones entre personas que provienen de distintos ámbitos, y por tanto, precisan de un aprendizaje en cuanto a las materias que se abordan pero también respecto de las prácticas y rutinas que deben seguirse. Los proyectos, que suelen producir un conocimiento limitado porque se agotan en el producto o servicio que se presta, deben realizarse a menudo en plazos de tiempo poco ajustados a la realidad, de manera que a la tensión por la entrega en tiempo se une la de adquirir los saberes adecuados para que su realización sea la correcta.
La formación, pues, no significa sólo un tiempo de estudio realizado a un ritmo pausado y con la vista puesta en la mejora futura, sino una necesidad inmediata de actualización con vistas a su aplicación rápida, lo cual genera más estrés.
Los costes del mundo del trabajo postindustrial tienden a ser más psicosociales que físicos Los medios tecnológicos permiten al empleado estar conectado siempre, lo que hace difícil evadirse La formación es una necesidad inmediata de actualización con vistas a una aplicación muy rápida