Un salvavidas para dos millones de olvidados
Sin ayuda, quien lleva más de dos años en paro tiene muy difícil volver a trabajar pese a la recuperación
A pesar de los esperanzadores datos de las recientes oleadas de la Encuesta de Población Activa con el sostenido descenso del número de parados, el desempleo se sigue ensañando con aquellos que llevan más de dos años sin trabajo. Bajo la etiqueta técnica de parados de muy larga duración (a partir deunaño de búsqueda infructuosa de empleo ya se considera de larga duración), sobreviven casi dos millones de personas que ven cómo la recuperación del mercado laboral que comenzó en el 2014 amenaza con pasar de largo.
La recuperación de la oferta de empleo no está beneficiando en la misma medida a todos los que buscan trabajo. En el segundo trimestre de este año, 700.000 personas en España aseguraban llevar en el paro entre unoydosaños, lo que supone la mitad que en el mismo periodo del 2013, cuando alcanzó el registro máximo (antes de la crisis, apenas se contabilizaban unos 200.000). En cambio, los parados desde hace más dedos años no dejaron de aumentar hasta el 2014( llegaron a los 2,4 millones, diez veces más que en el 2007) y, desde enton- ces, se han ido reduciendo con exasperante lentitud: todavía hay 1.959.000 personas.
Y lo que resulta más preocupante, según el análisis del economista Florencio Felgueroso en el reciente informe Adecco sobre oferta y demanda de empleo en España, a principios de este año casi 1,2 millones de personas llevaban cuatro años o más buscando empleo. Además, en este colectivo la tasa de tránsito del paro a un empleo “se ha reducido casi a la mitad con la recesión y prácticamente no ha vuelto a crecer con el inicio de la recuperación”, advierte Felgueroso.
Las cifras son elevadísimas –sin paragón en Europa, salvo en el caso de Grecia– y, con la reducción progresiva del número de parados, cada vez los desempleados de muy larga duración tienen un peso mayor. Mientras, los expertos coinciden en recordar que, a medida que se alarga la situación de desempleo, se reducen sin remedio las probabilidades de encontrar un trabajo, propiciando el desánimo y el riesgo de pasar a la inactividad, abocando a los afectados a agotar las prestaciones, menoscabando el bienestar de muchas familias y afectando incluso ala prosperidad de generaciones posteriores. Una trampa de la que es muy difícil de salir por medios propios, cuando se arrastra un déficit educativo importante o el sector en el que trabajaban prácticamente ha desaparecido.
José Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Universidad Complutense y subdirector de Fedea, señala que “la dualidad laboral en España no sólo se da entre trabajadores indefinidos y temporales, sino también entre los desempleados que llevan poco tiempo y cuentan con posibilidades para encontrar trabajo, y los que llevan muchísimo tiempo en paro”. “Son los grandes olvidados, porque no se ha hecho absolutamente nada para ayudarles, ni orientación, ni formación”.
¿Porqué necesitan especialmente ayuda ?“La mayoría de este colectivo tiene un nivel educativo no superior ala educación obligatoria, y muchos han estado ligados a la construcción, aunque no todos. Se enfrentan, por tanto, a una falta de competencias para las necesidades del mercado laboral actual y a la necesidad de una readecuación a otro segmento de actividad laboral diferente al que habían tenido anteriormente”, explica Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco, al tiempo que advierte que el desempleo de larga duración no corre el riesgo de cronificarse sino que “ya se ha cronificado”.
Por ello, De la Rica se une a todos los que reclaman políticas activas “bien diseñadas”, que diagnostiquen a los afectados y creen itinerarios específicos que ayuden a volver al trabajo. Para los jóvenes, recomienda acercarlos a la FP dual, mientras que para los mayores de 45 años se muestra partidaria de formación “muy específica para un empleo concreto” e incentivos a las empresas que los contraten. “Quizás sean precisamente los contratos a los parados de larga duración los únicos que deberían bonificarse –apunta Conde-Ruiz–. Durante años, el esfuerzo se ha dirigido a pagar prestaciones y ahora que se reduce porque hay menos parados y los que quedan las están agotando, hay que atender a este colectivo. Las prestaciones por desempleo se les agotan, pero ellos y sus familias siguen ahí. Y el problema de no tener trabajo también sigue ahí”.
Entre el 2007 y el 2014, el paro de muy de larga duración se multiplicó por diez Los expertos piden que se implanten de una vez políticas activas “bien diseñadas”