La Vanguardia - Dinero

CRÍTICA DE ARTE TODOS LO SABEN, Y SIN EMBARGO...

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Medianoche

Todo el mundo sabe que en la España actual el IVA anticultur­al destruye empleos y riqueza y acaba recaudando menos

Juan Bufill

Cuando aún no era un escritor conocido, Francisco Casavella demostró poseer madera de analista visionario en un artículo en que detectaba una especie social, cultural y hasta ideológica nueva: los groguis. Esta subespecie era mucho menos evidente que la que en los años 80 representa­ron los ambiciosos yuppies. Los groguis eran gente ideológica­mente aturdida y confusa, más próxima a un boxeador turulato que a un idealista desencanta­do. Hoy el mundo está lleno de gentes y agentes groguis, aunque ya no por culpa de los golpes de la historia, siempre tan antiutópic­a, sino más bien a causa del exceso de pantallita­s, el alud de informació­n indiscrimi­nada, la rutina de las ideas recibidas y en ciertos casos la combinació­n de codicia y egoísmo, que también atonta.

Es propio de las sociedades groguis o turulatas despreciar y desaprovec­har las informacio­nes y los conocimien­tos adquiridos sobre determinad­os asuntos importante­s: todos esos políticos y jefazos que no se asesoran bien o que encargan informes que luego no leen. Una de mis canciones favoritas de Leonard Cohen se titula “Everybody Knows”. Y, efectivame­nte, todo el mundo sabe –o debería saber- que de una crisis económica se sale con inversión pública de futuro y no con “austeridad” alemana. Y que ciertos partidos políticos muy votados fomentan la corrupción. Y que no es bueno depender del petróleo de países con gobiernos islamistas, ni de otras energías tóxicas. Pero hasta en el sa- grado fútbol se prefiere despreciar la verdad grabada en vídeo y someterse al error arbitral, que no detectó ese gol decisivo metido con la mano o en fuera de juego... No actuamos consecuent­emente con lo que sabemos de sobras.

Y sobre todo en la cultura. Todo el mundo sabe que para cualquier nación es suicida no disponer de una generosa ley de mecenazgo y dedicar menos de un dos por ciento a la cultura (en Catalunya se dedica ahora un miserable 0,7 por ciento). Todo el mundo sabe que en la España actual el IVA anticultur­al destruye empleos y riqueza y acaba recaudando menos. Pero se sigue aplicando, tal vez porque los ciudadanos más cultos no suelen votar a los partidos más corruptos. Todo el mundo lo sabe, o lo debería saber. Incluso ese tipo tan eufórico que aparece en la foto de Rafael Arocha, de la serie “Medianoche”.

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