Portugal explota su autenticidad
La crisis de países competidores y el tirón de Lisboa, Oporto, el Algarve y Madeira impulsan el turismo luso
Etelvina no tiene con quien hablar. En su zona del barrio de la Alfama ya casi sólo quedan ella y una amiga, también de edad avanzada, como moradoras tradicionales de uno de las más emblemáticas y encantadoras zonas de Lisboa. “Lo que hay es puros extranjeros”, declaró Etelvina esta semana a la televisión pública lusa, RTP. La desazón de esta vecina ante lo que siente como una invasión se convierte en gran satisfacción cuando el que opina es el propietario de un local de fados próximo, pues para él “todo está perfecto”. Y es que, gracias a la crisis de muchos de los países competidores y el empuje internacional de sus principales destinos, el turismo no para de batir récords en Portugal, como una fuente de alegrías para un país muy necesitado de ellas.
El Banco de Portugal informó esta semana que se mantiene desde marzo la tendencia de que el país supere los mil millones mensuales de ingresos generados por los turistas extranjeros, que cuentan como exportaciones y que superan en un 10,4% a los del mismo período del año pasado. En un junio se ingresaron 1.024 millones de euros, muy por encima de los 624 millones de junio de 2004, que fue un período extraordinario, el de la celebración en Portugal de la Eurocopa de fútbol, la que el país anfitrión perdió en la final y de la que quedó una espina clavada que logró superar este año en Francia.
Son precisamente los atentados terroristas en el país galo, junto con la crisis de los refugiados en Grecia y la losa que arrastran desde hace tiempo los países del Magreb los factores que identifican los medios lusos para explicar una coyuntura positiva que llevan a los representantes del sector turístico portugués a proclamar que este año volverá a ser el mejor de todos los tiempos, como ya lo fue 2015, tanto por el crecimiento sostenido de la atracción de visitantes extranjeros, como por la mejora de la situación interna, aun pese a la debilidad de la tendencia de recuperación económica.
De acuerdo con los datos de Turismo de Portugal, este sector aporta el 6,3% del PIB luso. Es el quinto país de la UE en saldo positivo en la balanza turística internacional, tras España, Italia, Grecia y Austria, con 7.800 millones de euros en 2015, año en que fue el vigésimo sexto país del mundo en ingresos generados por el turismo, un ranking en el que España ocupa la tercera posición. Pero para el pequeño tamaño de Portugal la muy satisfactoria evolución se está convirtiendo en un elemento estratégico fundamental, pues es un sector que ya aporta el equivalente a la mitad de las exportaciones.
Pese a la vecindad geográfica España sólo aporta el 10,6% de las pernoctaciones de extranjeros en Portugal, a tenor de los datos del 2015, en los que el Reino Unido confirmó su primera posición ya tradicional, con el 24%, seguida de Alemania, con el 14%, y con Francia con el 9,7%, en un nivel similar al español. En conjunto las pernoctaciones de extranjeros aumentaron de los 26 millones de 2011 a los 34 de 2015, mientras los ingresos que generaron los visitantes subían de 8.164 a 11.362, según el Instituto Nacional de Estadística portugués y el Banco de Portugal.
La bonanza turística de este verano se ha reflejado en agosto en un prácticamente lleno en el Algarve, la región que concentra algo menos de la mitad de las estan- cias en establecimientos de hostelería y en la que esta época predomina el turista interno.
El Algarve conforma junto a la isla de Madeira, Lisboa y Oporto los principales destinos turísticos en un Portugal en el que también hay el debate sobre la calidad y sostenibilidad del modelo de negocio. Así, Nelson Carvalheiro, un reconocido bloguero turístico, criticó hace unos días en su web la forma masificada de vender el destino turístico portugués, que “se está volviendo un poco como Barcelona o Venecia”.
Carvalheiro defiende que la promoción debe basarse en la personalidad portuguesa, que es la gran baza del país, que conserva su autenticidad pese a la tendencia a homogeneizar propia de la globalización. Es el Portugal de las mil maneras de preparar el bacalao, de las aceras compuestas por fragmentos diminutos, de la bella decadencia de sus casas blancas e incluso desconchadas o de sus muchos pueblos tan modestos como bien cuidados. Y tiene todavía grandes potencialidades por explotar, como la de las islas Azores, un destino en auge en los últimos tiempos, desde la liberalización del sector aéreo y la entrada de las low-coast.
El Reino Unido y Alemania son delante de España los principales mercados de procedencia El auge turístico ha abierto el debate sobre la masificación que se percibe con nitidez en Lisboa