El tarifazo que frena a Macri
El Supremo tumba parcialmente la subida del gas y posterga la retirada de los subsidios a los servicios públicos
Una bomba de tiempo ha estallado en la Casa Rosada. El sistema de subsidios a los servicios públicos del kirchnerismo ha acabado infligiendo la mayor derrota política del presidente argentino, Mauricio Macri, en los ocho meses que lleva en el poder. La semana pasada el Tribunal Supremo anuló parcialmente el llamado tarifazo del gas, un aumento desproporcionado de este servicio básico que, másallá del inesperado coste económico para las arcas públicas, es una señal negativa y frena las ansiadas inversiones extranjeras al fomentar la sensación de inseguridad jurídica que el nuevo gobierno lucha por erradicar tras doce años de populismo.
La máxima instancia judicial del país falló que el ejecutivo tiene potestad –con algunas salvedades– de fijar el precio del gas pero que omitió convocar una audiencia pública para que los consumidores residenciales alegaran. Untrámite formal y obligatorio, según el Supremo, que el gobierno se saltó, y cuya próxima convocatoria ya está bajo la lupa.
La retirada de los subsidios al gas, la luz, el agua y el transporte público había sido anunciada por Macri en la campaña como parte de su propuesta para sanear el abultado déficit público. Durante elk ir ch nerismo los consumidores, sin distinción de clase, se acostumbraron a pagar montos irrisorios por los suministros gracias a las millonarias subvenciones estatales a las empresas de servicios. Facturas mensuales de luz o gas por importe de tres o cuatro euros al cambio eran la norma.
El gobierno anunció la retirada de los subsidios, a la vez que suprimía impuestos a los sectores agrícola y minero. En el caso del gas, la nueva tarifa entró en vigor en abril. Llegó el invierno y el consumo de calefacción subió. Dos meses después las facturas empezaro nallegar a las casas con incrementos superiores al 1.000% y ni siquiera gran parte de la clase media que votó aMacri entendió el castigo. El tarifazo provocó los primeros cacerolazos en las calles contra el macrismo y que un juez de primera instancia paralizara la medida. El Supremo ordenó recalcular las facturas a 31 de marzo, con un coste de unos 1.200 millones de euros para el estado.
En un país donde las campañas de ahorro energético brillaron y brillan por su ausencia, a muchos argentinos no les cayó bien la cruzada personal emprendida porMacri para justificar el tarifazo. El presidentes e mostró muy abrigado y con bufanda en actos públicos cubiertos y llegó a pedir que apagasen la calefacción y que en sus casas los ciudadanos siguieran su ejemplo.
Tras la sentencia, el primer ministro, Marcos Peña, trató de dar la vuelta a la tortilla y envió un mensaje de tranquilidad a los mercados. “Es bueno que las instituciones funcionen ”, declaró, intentado demostrar que el fallo del tribunal reforzaba la seguridad jurídica porque contribuye a clarificarla situación.
Pero la realidad es que “hoy se postergan todas las decisiones de inversión”, indica a La Vanguardia el economista Hernán Hirsch, director de FyEConsult. Aunque Hirsch reconoce que “si el gobierno lograra resolver bien el aumento tarifario tras la audiencia pública y consiguiera una mayor percepción de estabilidad en las reglas del juego, sería un logro importante”.
Por otra parte, el controvertido ministro de Energía y principal defensor del tarifazo, Juan José Aranguren –expresidente de Shell Argentina–, ha quedado tocado. Además, el Supremo tiene pendiente pronunciarse sobre el aumento de la luz, mientras que organizaciones de pymes ya han anunciado recursos de amparo porque el fallo sólo defiende a los usuarios residenciales, que representan un cuarto del consumo de gas del país.
Y la audiencia pública ya no será un camino de rosas. Convocada inicialmente para el 12 de septiembre, ha sido postergada cuatro días, después de que la oposición anunciara movilizaciones. Precisamente, entre el 12 y el 15 de septiembre el gobierno organiza en Buenos Aires una cumbre empresarial para atraer inversiones extranjeras que la Casa Rosada denomina “mini Davos”. Lo último que quiere Macri es dar mala imagen al exterior.