sin Gobierno solo dura un tiempo, en opinión del profesor Maudos
Largo plazo No hay indicios que anticipen que a corto plazo el viento vaya a dejar de soplar a favor... pero hay que poner la vista mucho más allá
Apesar de ocho meses sin Gobierno, el PIB sigue creciendo con fuerza: un 0,8% en tasa intertrimestral en el segundo trimestre de 2016, más del doble que la eurozona (0,3%). Llevamos así cuatro trimestres manteniendo una velocidad de crucero del 0,8%, y en lo que llevamos de 2016 el crecimiento promedio anual (3,3%) es incluso una décima superior al de 2015.
De estos datos no se puede ni se debe concluir que es irrelevante tener Gobierno para que la economía siga creciendo. Hay que tener en cuenta que el viento sigue soplando a favor del crecimiento, impulsado por un precio del petróleo reducido, un euro que incentiva las exportaciones y un coste de la financiación por los suelos gracias al BCE. Con la incorporación de la deuda de las empresas entre las compras del BCE, también la deuda corporativa cotiza a tipos negativos, lo que favorece la financiación de nuevos proyectos de inversión.
La otra cara no tan optimista de los datos más recientes disponibles es que la productividad presenta una evolución muy discreta, siendo uno de los determinantes más importantes del crecimiento a largo plazo. Yes en este terreno del largo plazo en el que es necesaria la formación lo antes posible de un Gobierno que haga frente a los problemas estructurales que tiene nuestra economía, y que son los que están detrás del reducido crecimiento de la productividad: escaso esfuerzo inversor en I+D(como porcentaje del PIB ha caído del 1,35% al 1,23% de 2010 a 2014, ampliándose la brecha con los países de la eurozona hasta situarse casi un punto por debajo), reducido nivel de capital humano (que depende a su vez del gasto en educación, que ha sufrido las consecuencias de la austeridad)... Ala lista hay que añadir la necesaria reforma del sistema de pensiones y la fiscal, si queremos cumplir de una vez por todas con el compromiso de déficit público (que parece misión imposible sin un aumento del peso de los ingresos en el PIB) y reducir así el endeudamiento público que ya supera la barrera del 100% del PIB.
De momento no hay indicios que anticipen que a corto plazo el viento vaya a dejar de soplar a favor, sobre todo teniendo como guardaespaldas al BCE. Es más, incluso han aparecido nuevas rachas como el grave problema de terrorismo que golpea a otros países y que ha desviado este verano turismo hacia España. Pero hay que poner la vista mucho más allá del corto plazo, para aumentar la competitividad y así el bienestar futuro, adoptando medidas encaminadas a incrementar el PIB potencial. Es ahí donde la estabilidad política juega un papel importante, y donde hace falta lo antes posible un Gobierno capaz de alcanzar consensos que permitan adoptar reformas encaminadas a incrementar el PIB potencial y con ello reducir la tan elevada la tasa de paro de largo plazo. Sin Gobierno ni reformas, crucemos los dedos para que no cesen las rachas de viento.