La City prepara otro ‘big bang’
El mercado financiero de Londres va a sufrir una gran transformación como consecuencia del ‘Brexit’, las nuevas tecnologías y la influencia de los políticos y gestores de capital
El ‘big bang I’, en 1983, abrió Londres al mundo y supuso el fin de la banca tradicional Pase lo que pase, tendrá siempre la ventaja de hablar inglés y ofrecer servicios de primera
Es un poco obsceno comparar el dinero con el arte, pero pensándolo bien ni los Uffizi ni los Borgia, ni tampoco Miguel Ángel o Rafael, le hicieron nunca ascos a un puñado de monedas de oro. Lo cierto es que la City de Londres, gran capital mundial de las finanzas junto con Wall Street, experimenta periódicamente una especie de Renacimiento sui generis aplicado al movimiento de capitales, la gestión de fondos, el manejo de inversiones y los mecanismos de la especulación. Yahora está en una de esas fases.
La crisis existencial ya estaba ahí desde el colapso financiero del 2008, tras la conclusión generalizada de que los contribuyentes tuvieron que rescatar con sus ahorros a los bancos, y pagar injustamente por la imprudencia, la ir responsabilidad, la avaricia y los excesos de los especuladores. Al proteger al gran capital ysacarle las castañas del fue- go, los gobiernos han quedado expuestos a la ira de los votantes, y sufrido las consecuencias de fenómenos como el Brexit, Donald Trump, Podemos o los nacionalismos en auge en Francia, Holanda, Austria y buena parte de Europa.
Para la City de Londres se ha tratado en los últimos ocho años de capear el temporal, resistir lo mejor posible los inevitables impulsos reguladores, torear las restricciones de la UE y rezar para que virgencita virgencita, que todo siga igual. Pero, tras el terremoto del Brexit, es imposible que todo vaya a seguir igual, y Londres como capital financiera va a aprovechar las circunstancias para uno de esos Renacimientos, para reinventarse de nuevo. Treinta años después de las reformas desreguladoras de MargaretThatc her que le permitieron competir con éxito con Wall Street y ser el lugar más atractivo del mundo para colocar dinero, crearlo, esconderlo o lavarlo, ahora ya se habla de un segundo big bang. Que, según como vayanlas cosas, puede crear todoun nuevo mundo de oportunidades para los especuladores, o ser unbig
bang a la inversa y devolver a los bancos, aseguradoras, fondos de gestiones y todo el entramado de instituciones financieras a la edad de las tinieblas.
El Brexit es el detonante, y la City habrá de adaptarse a las nuevas relaciones económicas, políticas y comerciales que el Reino Unido desarrolle con la Unión Europea y el resto del mundo. Todo dependerá de qué forma adopta el escenario final, si la ruptura es total o parcial, más o menos amistosa, hasta qué punto Londres conserva (si es que lo consigue) el acceso a los aspectos que más le interesan del mercado único, si hay al final del proceso negociador un segundo referéndum con potencial marcha atrás, si los bancos mantienen el pasaporte para vender servicios y productos financieros a lo largo y ancho de la UE, que es lo que más les importa y la clave para seguir siendo atractivos a una clientela internacional (el documento del gobierno japonés ex- poniendo las condiciones para que sus empresas no abandonen las inversiones en el Reino Unido ha sido el golpe más duro recibido hasta la fecha por el gobierno de Theresa May y una inyección de realismo).
Pero, puestos ya a emprender otro Renacimiento, el Brexit noes el único factor que va a cambiarlos ropajes de la City. También la revolución tecnológica, el impacto creciente de la robótica y la inteligencia artificial sobre el movimiento de capitales yl amanerad e hacer negocios, la influenci acreciente delos políticos y reguladores, el imperio de los fondos de gestión de capital a expensas de los bancos de inversión, el auge de las boutique compa
nies en las que un solo individuo maneja la cartera de un grupo de clientes, la desaparición de las relaciones de lealtad entre empresas y trabajadores, que van saltando de una en otra y las utilizan como plataformas de crecimiento personal.
En la City, como en todas partes, hay optimistas y pesimistas. Los primeros ven el momento como
una oportunidad de romper las cadenas reguladoras de Bruselas, deacabar conel lastre delas normativas europeas y convertirse en el mayor centro offshore del mundo, en un Singapur europeo. Cierto que se perderían clientes tradicionales, pero un Londres liberado de reglas y controles resultaría un refugio irresistiblemente atractivo para el capital de los países emergentes, y para todo aquel que noes alérgico al riesgo y a moverse por esa frontera con frecuencia poco definida entre la legalidad y la ilegalidad. Los segundos, que en este momento son mayoría, contemplan con pavor el regreso a los tiempos del Wild West financiero en que la noción de información privilegiada no existía o era ignorada, la Autoridad de Servicios Financieros no existía, y las grandes compañías y fondos de inversiones se coordinaban entre ellas para comprar y vender en bloque, subir o bajar artificialmente el precio de las acciones, para favorecer sus propios intereses y de paso garantizar la estabilidad del sistema y evitar un crac como el de Lehman Brothers.
Para esta mayoría de pesimistas, la salida del mercado único y la pérdida del pasaporte financiero no va a acabar con la City, pero sí va a hacer que rivales como Frankfurt y París le roben negocios y crezcan a sus expensas. No será el fin del mundo, porque Londres mantendrá la ventaja de operar en inglés, y de tener unos servicios profesionales con 360.000 trabajadores y unas infraestructuras queentodocasose van a modernizar aún más, y constituyen el trasfondo perfecto para realizar operaciones financieras (el 35% de todas las de Europa y el 60% de la compraventa de seguros en el mundo ), y de ahí que sea el mercado dondese llevan a cabo la mayoría de fusiones y adquisiciones, responsable de que el Reino Unido tenga un superávit comercial de cien mil millones de euros.
El big bang 1.0 se tradujo en la internacionalización de la City, hasta convertirse en rival de Nueva York, la supresión delas barreras quehasta entonces separaban la banca, el asesoramiento a los inversores, y la compra de acciones y productos financieros cada vez máscomplejosy arriesgados, e hizo que sus grandes instituciones fueran absorbidas por los gigantes deWall Street. Los viejos bancos mercantiles se transforma ron en una especie de supermercados de todo lo relacionado con el capital y el dinero. En los últimos años su reputación ha sufrido, y su cultura ha cambiado, Las primas son más bajas, los empleados ya no están dispuestos a trabajar veinte horas al día, ylas largas comidascon varias botellas de Château Margaux hanpasado a la leyenda. Lacosa está madurapara unbig bang 2.0. la cuestión es en qué consistirá ese nuevo Reanacimiento.
Los optimistas sueñan con el fin de las trabas reguladoras, los pesimistas temen un inexorable declive