Vodafone en su remontada
Los tres grandes operadores de telecos en España ampliarán sus despliegues de fibra óptica antes del 2020
Las cifras de inversión del sector son enormes y han colocado la fibra en el centro de la estrategia comercial
España es líder europeo en despliegue de fibra óptica, en términos absolutos y relativos. Y por si fuera poco, la semana pasada los tres principales operadores de telecomunicaciones del mercado español –Telefónica, Vodafone y Orange– anunciaron planes a cual más intensivo para ampliar sus despliegues antes del año 2020. Incluso el cuarto operador, Más Móvil –que estos días cerrará la compra de Yoigo–, se ha sumado a la ofensiva, planteando la petición de un trato especial que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha descartado de inmediato. Las cifras de inversión del sector son enormes y han colocado la fibra en el centro de la estrategia comercial de todas las telecos.
Durante el encuentro que el sector de las telecos celebra cada año en Santander la primera semana de septiembre, Dinero mantuvo una conversación con António Coimbra, consejero delegado de Vodafone en España. “Afortunadamente, el 2016 está siendo mucho mejor que cualquiera de los últimos cinco años; el mercado está consolidado, se ha estabilizado y vuelve el crecimiento”. El papel de Vodafone en esta coyuntura del mercado se puede medir por su cuota del total de ingresos, un 20,1% este año, que en el 2013 era cuatro puntos porcentuales más baja.
En el segundo trimestre –primero de su año fiscal– los ingresos por servicios de Vodafone en España alcanzaron los 1.128 millones de euros, un aumento del 1,3% interanual que se elevaría al 4,9% comparable una vez se elimina el factor de financiación de terminales. A 30 de junio, superaba los 14,3 millones de clientes y casi 2 millones eran convergentes (que reciben servicios de telefonía fija y móvil, internet y televisión). La televisión es precisamente el componente más agudamente competitivo en estos momentos, y ello explica el empeño de los operadores por invertir en fibra y seducir a los usuarios con una oferta de contenidos que alcanza cotas polémicas con el fútbol.
Mucho han cambiado las cosas para Vodafone. En cuatro años, ha pasado de ver cómo sus ingresos descendían un 7,2% a vivir una remontada en el 2016. Pero no ha sido casual ni mucho menos gratuito. En el 2014, el grupo británico desembolsó 7.200 millones de euros para que su filial española se anexionara Ono, a la vez que mantenía vigente su proyecto Spring, de inversión masiva para dar primacía a la red de banda ancha móvil 4G. Gracias a ello pudo acelerar sus planes de conversión en operador convergente, único modo al parecer de hacer frente al órdago lanzado por Telefónica.
En lo relativo a Vodafone, Coimbra quiso subrayar que si sus inversiones de los últimos años –más de 2.000 millones sin contar lo pagado por Ono– han dado esos frutos, es por formar parte de un círculo virtuoso de transformación de la compañía, que según él se resume en tres consignas: satisfacción total, convergencia total y digitalización. En este tercer aspecto, que modifica la organización, los procesos y el modo de trabajar y de relacionarse con los clientes, dedicó Coimbra un tramo de la conversación.
Un hito: el traslado de la empresa integrada a una nueva sede fue mucho más que la suma de dos mudanzas y la habilitación de un edificio. Fue la oportunidad para introducir cambios radicales en la manera de trabajar hacia dentro y hacia fuera. En el nuevo campus, bautizado Vodafone Plaza, ningún empleado tiene silla ni mesa asignadas; todos trabajan en equipo y por proyectos, flexibilidad que sólo es posible por la digitalización y la tecnología inalámbrica: prácticamente todas las transacciones pueden hacerse a través de dispositivos móviles desde cualquier espacio del campus o a distancia.
La transformación digital tiene sentido para Vodafone si contribuye a una transformación de la relación con los clientes. “Queremos llegar en el 2019 –explica Coimbra– con un reconocimiento medible: la convergencia, para nosotros, significa mucho más que el empaquetamiento de servicios; significa que todo cliente que quiera ser convergente pueda encontrar en nosotros la oferta más adecuada y que le proporcione el mejor grado de satisfacción”.
La digitalización total es un imperativo estratégico, explica. “Todo el mundo habla de este nuevo mantra, asociándolo a otras compañías; la regla que estamos siguiendo es que si cualquier interacción con un cliente puede hacerse a través de medios digitales, tenemos que poner esos medios para que sea posible hacerla digitalmente”.