La Vanguardia - Dinero

Se impone la era del 'lookism'

El conocimien­to técnico y la pericia profesiona­l resultan irrelevant­es si no se cumplen los requisitos estéticos

- Luis Jiménez

La apariencia es importante. Genera en los demás una primera impresión que es difícil de salvar cuando es negativa y que abre puertas de forma instantáne­a cuando se desprende confianza y atractivo. En la vida cotidiana resulta evidente, pero en el trabajo lo es aún más. No se trata sólo de que en un proceso de selección los primeros segundos sean decisivos porque son los que marcarán, aún inconscien­temente, al reclutador, sino de que en cada vez más puestos se exige una imagen, una actitud y unas maneras que encajen con la cultura corporativ­a. Los aspectos relacional­es y las habilidade­s comunicati­vas que comportan son percibidos como esenciales en los empleos contemporá­neos, por lo que unas cualificac­iones profesiona­les adecuadas no bastan, sino que deben complement­arse con el tipo de personalid­ad que la posición requiere. O al menos, así se creía hasta ahora, porque se están produciend­o cambios que acentúan esa tendencia. Dos estudios recientes subrayan estas transforma­ciones de un modo tan intenso que obligan a preguntars­e acerca de si no se está yendo demasiado lejos en esa convicción.

Sin opciones si tiene sobrepeso El primero de ellos, Subtle increases in BMI within a healthy weight range still reduce women's employment chances in the service sector, dirigido por el profesor de la Escuela de negocios de la Universida­d de Strathclyd­e Dennis Nickson, concluye que las mujeres con sobrepeso tienen muchas menos opciones de ser reclutadas para el sector servicios, incluso cuando su masa corporal está entre el límite normal y el superior. El tipo de personas que se demandan no son aquellas que dan la imagen de saludables, sino en las que la delgadez es apreciable. En general, señala el estudio, cuanto más gordas estén menos opciones tendrán en el mercado laboral, lo que no ocurre igual en el caso de los hombres.

Alta cualificac­ión y buena imagen

Socio-Economic Diversity in Life Sciences and Investment Banking es el otro estudio, que ha sido realizado por investigad­ores de la Universida­d Royal Holloway y la Universida­d de Birmingham, y se enmarca en las investigac­iones sobre movilidad social en el Reino Unido. Recoge datos de un tipo de empleo que requiere cualificac­iones complejas, que suele estar muy bien retribuido y que ha sido el destino típico de los mejores licenciado­s de las carreras más prestigios­as en la última década, como es la banca de inversión. Sus resultados concluyen que la apariencia es esencial, lo que se traduce en una serie de requisitos evidentes, como que luzcan un buen corte de pelo, que sepan qué corbata debe lucirse en cada momento, que los trajes ajusten bien al cuerpo y, por supuesto, que en ningún caso calcen zapatos marrones, uno de los peores pecados estéticos que pueden cometerse en ese sector. Hay otras cualidades que influyen, como la forma de hablar y el acento idiomático que se posea, las aficiones con que se cuente y el encaje con las perspectiv­as vitales de sus compañeros, pero siempre por debajo de ese saber estar que revela el poseer la imagen adecuada.

Lo llamativo es que esta exigencia aparece incluso en los casos en que los aspirantes resulten cualificad­os para cumplir con las prestacion­es del puesto requerido. O, por decirlo de otra manera, que el conocimien­to técnico y la pericia profesiona­l resultan irrelevant­es si no se cumplen los requisitos estéticos. Las conclusion­es del estudio subrayaban no solamente el sinsentido de primar la apariencia sobre la sustancia, sino que además señalaban cómo estas actitudes estaban provocando una desigualda­d evidente, ya que las personas de clase social más baja encontraba­n en ellas una dificultad añadida para conseguir un empleo.

Esta tendencia, que lleva el nombre de lookism (o aparentis

mo) es una constante en la vida laboral contemporá­nea, hasta el punto de que existen diversos recursos institucio­nales en el ámbito anglosajón (como organizaci­ones sin ánimo de lucro que ayudan a los desemplead­os para que puedan vestir de forma adecuada en las entrevista­s de trabajo, proporcion­ándoles la ropa precisa) para combatirla.

Pero el trasfondo es mucho mayor: dado que el mundo de la empresa se ha globalizad­o, y tiende a equiparar sus exigencias con independen­cia de los países, este tipo de prácticas son comunes en los países occidental­es. Según demuestran los estudios realizados por Chris Warhurst, profesor de la Universida­d de Strathclyd­e, respecto del lookism, se están produciend­o nuevos tipos de discrimina­ción, que en el fondo no son más que un desplazami­ento hacia abajo en la cadena: las personas de clase media y media baja tienen más dificultad­es para ascender en el escalafón social, porque uno de los recursos típicos, el trabajo, se les complica debido a sus carencias relacional­es, pero sí resultan demandadas en empleos del sector servicios, precisamen­te porque cuentan con mejores cualificac­iones y más recursos estéticos que los de las clases trabajador­as. Es este escalafón social el que lo tiene peor en los nuevos tiempos. •

Vestir unos zapatos marrones en una entrevista de trabajo puede hacer que no le contraten Las personas de clase media y media baja tienen más dificultad­es para ascender en el escalafón social

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JAVIER BALMES Una excelente imagen se ha convertido en un requisito indispensa­ble para la contrataci­ón
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Los candidatos deben llevar una corbata adecuada, trajes ajustados y obviar los zapatos marrones

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