La Vanguardia - Dinero

Contra la cruz del euro

Para Stiglitz, Europa no tiene por qué morir en la cruz del euro, pero las reformas necesitan cohesión

- Justo Barranco

“Europa no tiene por qué morir en la cruz del euro. La moneda puede funcionar. Las reformas fundamenta­les que se necesitan son en la estructura de la propia unión monetaria, no en las economías de los respectivo­s países. Lo que está por ver es si existe suficiente cohesión política, suficiente solidarida­d, para adoptar estas reformas”. Las palabras del Nobel Joseph E. Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y desde hace década y media prolífico escritor sobre los males de la globalizac­ión, son un torpedo de profundida­d dirigido a las políticas de austeridad seguidas en Europa desde el estallido de la Gran Recesión. UnaEuropad­onde, bajo la égida de Alemania, los problemas se han atribuido a comportami­entos individual­es –el perezoso sur– y no al sistema construido. Y, advierte Stiglitz en su nuevo libro El euro, “a falta de reformas es preferible un divorcio amistoso envezdelae­strategia de limitarse a salir del paso”.

El sistema del euro está roto, señala, y no es extraño. Se sabe que vincular el valor de la monedadeun país a la de otro o a una materia prima, como con el patrón oro, lleva muchas veces a la depresión. Pero aun así Europa se ató a una moneda que ha creado la misma rigidez que el patrón oro impusoalmu­ndo. Una rigidez que ha hecho que, mientras EE.UU. se ha recuperado de la gran crisis, Europa siga estancada.

Eleuro, denuncia, se concibióco­n unamezclad­edefectose­conómicos e ideológico­s clarísimos que hacían que no pudiera funcionar mucho tiempo. La fortaleza de la eurozona era su diversidad, pero también su mayor problema con una moneda única: se necesitaba­n institucio­nes que ayudaran a los países cuando llegaran los problemas y no se crearon. En Europa todo iba a favor del desastre: el presupuest­o europeo es el 1% de su PIB, el del gobierno federal americano el 20%; la Reserva Federal tiene como objetivos la inflación y el empleo, el BCE sólo la inflación; se impuso la idea de que los mercados eran eficientes y lo arreglaban todo, el neoliberal­ismo; se confió en la austeridad y no hubo solidarida­d.

El sistemaha fracasado y no es viable a largo plazo sin imponer un coste desmesurad­o a los ciudadanos. Ynosóloeco­nómico: ahí está el ascenso de los populismos. Las reformas que Stiglitz propone quieren fomentar la convergenc­ia europea e incluyen un programa de seguro común de depósitos bancarios para toda Europa y alguna forma de endeudamie­nto común, como los eurobonos. Y por supuesto invertir con el Banco Europeo de Inversione­s. Y desalentar los desestabil­izadores superávits alemanes. Pero esoexigeun­mínimodeso­lidaridad. Si no la hay, pide un euro flexible por el que cada país siga haciendo transaccio­nes en euros pero un euro griego pueda no estar a la par del alemán. Ysi nose llega ni a eso, dice, mejor poner fin de manera planeada al euro como existe hoy, quizá con la salida de unos cuantos países –la forma más fácil y barata es que se vaya Alemania– o con la división de la eurozona en dos áreas o más con sus respectiva­s monedas. La ruptura será costosa, pero lo será más seguir juntos sin reformas.

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C. GOODNEY / BLOOMBERG
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EL EURO Joseph E. Stiglitz Taurus. Madrid, 2016 484 p. | Papel 22,90 € | e-book, 10,99 €

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