Las alternativas al plástico piden paso
Las fibras vegetales, como el lino, el cáñamo o el coco, ya sustituyen a este derivado del petróleo en muchos usos
Miren a su alrededor y fíjense en cuántos de los objetos de su entorno están realizados con plástico o bien lo contienen. Este material, que en la actualidad proviene en su mayor parte del petróleo, se emplea en la fabricación de un sinfín de productos. ¡Vivimos rodeados de él!
El plástico es la tercera aplicación del petróleo más usada en el mundo. Su consumo mundial al cabo del año es de unos 200 millones de toneladas. Sin embargo, se trata de un material contaminante, que contiene aditivos perjudiciales para la salud y que no es biodegradable (tarda unos 1.000 años en descomponerse), lo que causa graves problemas medioambientales (en los océanos hay 270.000 toneladas métricas de desechos, que equivaldrían al camino que ocuparía una botella de plástico detrás de otra de aquí hasta la Luna ida y vuelta dos veces, según el Instituto 5 Gyres).
Al igual que desde hace varias décadas se buscan fuentes de energía alternativas al petróleo, científicos de todo el mundo investigan para encontrar materiales para fabricar plástico sin necesidad de recurrir al conocido como oro negro. Una de las alternativas que está cobrando más fuerza es el reemplazo del plásti- co tradicional por bioplástico, fabricando con fibras vegetales como el lino, el cáñamo o el coco.
El bioplástico y las oportunidades y retos de este nuevo material fueron los protagonistas de un encuentro internacional sobre investigación vegetal básica y aplicada al desarrollo de nuevos materiales sostenibles, que ha tenido lugar entre el 27 y el 28 de septiembre en el CosmoCaixa de Barcelona y que ha sido organizado por Biocat, la Obra Social La Caixa y el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG).
“Es necesario encontrar fórmulas para substituir al plástico producido con petróleo y las fibras vegetales o bioplásticos tienen mucho potencial en este sentido”, asegura Luisa M. Trindade, experta de la universidad holandesa de Wageningen y ponente del encuentro del CosmoCaixa.
Aplicaciones Ya hay algunos ejemplos en el mercado. Uno de los más conocidos son las bolsas de usar y tirar biodegradables que ofrecen algunas cadenas de supermercados. Pero el bioplástico ya se aplica también en el ámbito sanitario (prótesis, hilos de sutura…), la alimentación (productos de catering, envases de usar y tirar…), el transporte (para revestir el inte- rior de coches y aviones), juguetería, deporte (tablas de snowboard), moda (Versace cuenta con una línea de ropa hecha de maíz) e incluso se ha colado en los billetes de dólar.
“Es una gran oportunidad para muchas industrias”, especialmente el sector automovilístico, que necesita materiales de alta calidad, y otros como la arquitectura o la decoración, “aunque es un lastre para la industria relacionada con el petróleo”, señala Luisa M. Trindade.
Las fibras vegetales ofrecen ventajas tanto medioambientales como económicas: las plantas se caracterizan por eliminar dióxido de carbono (CO ); para producir un kilo de lino se utiliza cinco veces menos energía que para producir la misma cantidad de fibra de vidrio, y además, la fibra de lino pesa la mitad que la fibra de vidrio. La experta señala también que “son unos materiales más sanos y adecuados para las personas y se adaptan mejor a nuestras necesidades”.
Pero las fibras vegetales plantean también grandes desafíos. “Ante el aumento de la población mundial y de la demanda de alimentos, es necesario investigar para mejorar la productividad de las plantaciones porque primero debe haber alimentos para todos”, advierte Trindade. Por otro lado, también “son necesarios avances tecnológicos en la producción del bioplástico”. De momento, la más desarrollada en Europa es la industria del lino, donde ya funciona toda la cadena de producción desde los productores hasta la manufactura.