¿Cambio de rumbo?
Tras dos intentos fallidos, la OPEP ha decido en Argel volver a actuar sobre el mercado del petróleo, recortando su producción en un millón de barriles diarios (mbd) de acuerdo a un plan que será detallado en las próximas semanas y que deberá ser refrendado en una reunión formal a finales de noviembre.
Existían muchas dudas sobre la capacidad del cartel para llegar a un acuerdo como el comentado. En primer lugar porque supone una enmienda a la totalidad a la decisión impuesta por Arabia Saudí a finales del 2014 de dejar el precio del petróleo en manos del mercado. En segundo lugar, porque se consideraba que la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán atrapaba a ambos y, de rebote, a todo el cartel, en el dilema del prisionero (nadie quiere perder cuota de mercado, nadie se fía de sus competidores, y ello hace imposible la cooperación, incluso aunque esta supondría un beneficio para todos).
¿Qué evidencia el cambio de rumbo aparentemente emprendido en Argel? Simplemente que la persistencia de los actuales precios bajos del crudo constituye una auténtica calamidad para los países exportadores. No en vano, con anterioridad a la reunión, el ministro argelino de Energía recordaba que la caída de beneficios del cartel era de 300 a 500 millones de dólares por día. La OPEP no podía esperar más para intentar revertir esta sangría.
En mayo, el precio del barril de Brent superaba los 50 dólares. La Agencia Internacional de la Energía pronosticaba una dramática reducción de los stocks globales para la segunda mitad del 2016, lo que suponía un cambio de tendencia respecto al crecimiento experimentado durante el primer semestre. Por otra parte, EE.UU. contabilizaba interrupciones imprevistas del suministro cifradas en un total de 3,6 mbd, el nivel más alto desde enero del 2011. El tan ansiado reequilibrio entre oferta y demanda parecía tomar cuerpo.
Pero el optimismo duró poco. Aprincipios de agosto, el barril de Brent caía de nuevo, amenazando con situarse por debajo de los 40 dólares. La OPEP y Rusia reaccionaron con una bien orquestada campaña de declaraciones, asegurando su disposición a intervenir, congelando su producción. La campaña surgió efecto y a partir de mediados de agosto se lograba revitalizar ligeramente los precios.
Sin embargo, sendos informes de este mismo mes coincidían en señalar que el exceso de oferta en el mercado persistiría más tiempo del que se pensaba, extendiéndose hasta finales del 2017. Y, para más inri, justo antes de la reunión de Argel, se conocía que en septiembre la oferta crecería en más de 800.000 barriles diarios, fruto del nuevo récord histórico de producción alcanzado por Rusia y de que Libia y Nigeria han restaurado parte de su suministro. Un dato que significa triplicar el exceso de oferta existente en el mercado, de 400.000 barriles diarios. Había que actuar sin dilación. Ahora queda por concretar lo más importante: ¿cómo?