El buscador que todo lo sabe de internet
Google El motor de búsqueda monetiza como nadie su liderazgo en la publicidad. Y esto le permite arriesgar
Con dieciocho años recién cumplidos (se fundó el 4 de septiembre de 1998), Google es una todopoderosa corporación a la que algunos, muchos quizás, ven con grandes recelos. “Si Google se desvía de su lema corporativo don’t be evil (no seas malo), puede llegar a convertirse en Spectra” caricaturiza el profesor y experto en economía digital Josep Maria Ganyet (en referencia a la organización criminal contra la que lucha James Bond). Pero, ¿puede realmente la compañía de Mountain View, con todo lo que sabe de la población mundial y del planeta, poner en jaque a un país, a un Gobierno...? Seguramente sí, pero tampoco se sabe mucho si ya hay administraciones que lo hacen, si le regulan, o si le pueden o le quieren regular, o ni siquiera si investigan su política de ingeniería fiscal, que le permite pagar en Europa sólo el 2% de los beneficios realizados.
En cualquier caso, y pese a toda su magnitud y su poder, Google no deja de ser una compañía que obtiene el 90% de sus ingresos de la venta de publicidad alrededor de su buscador. Eso son 60.000 millones de euros, sobre una facturación de 66.361 millones en 2015. Esta situación de extrema dependencia de un negocio puede convertirse en una amenaza el día que surja una tecnología sustitutiva que el motor de búsqueda no consiga controlar.
Pero, a la vez, es la fuente financiera que le permite desarrollar sus otras dos dimensiones. Un buen ejemplo de ello son todas las capas de servicio que el motor de búsqueda va añadiendo a su ecosistema: desde el correo de Gmail, el Google Maps, el sistema operativo móvil Android, el Chrome o YouTube. Todos son productos gratuitos, pero que tienen mucho valor porque, constituyen el núcleo de big data que permite definir el conocimiento de sus usuarios, también para finalidades comerciales.
Pero no siempre la jugada sale bien. Hace muy pocos días acaba de lanzar Google Allo, una app de mensajería instantánea que pretende competir con Whats- App y Messenger de Facebook, o el iMessage-FaceTime de Apple, o el Skype de Microsoft, y que no ha despertado precisamente mucho entusiasmo en el mercado. Como tampoco no ha conseguido ganarse el reconocimiento de red social que pretendía con Google+.
En realidad, lo que Google quiere ser es una compañía de innovación, “pero lo que en realidad tiene es una tesorería que le permite pagar la innovación, así se pueden equivocar tanto como quieran”, apunta Genís Roca, experto en transformación digital. “Si Facebook se equivocara tanto como Google, desaparecería”, asegura. De hecho, explica este experto, por eso transformaron la empresa en el conglomerado Alphabet, para poder dejar espacio a sus proyectos de innovación más disruptiva, como Google X, que realiza “disparos a la Luna” (en la MoonShot Factory) los coches sin conductor, las conocidas Google Glasses, los proyectos de energía o de exploración espacial... Y aquí sus competidores son los otros cuatro grandes, pero también nuevos, como el Tesla-Space X del nuevo visionario Elon Musk.