La Vanguardia - Dinero

El ‘gran cerebro’ de IBM

- Xavier Ferràs Decano de la Facultad de Empresa de la UVic-UCC

Aplicacion­es Watson trabaja con centros de investigac­ión y hospitales e IBM quiere extender su uso a otros sectores intensivos en datos

En el 2011, el sistema de inteligenc­ia artificial Watson, desarrolla­do por IBM, marcó un hito histórico al ganar el concurso televisivo Jeopardize. Compitiend­o contra los dos mejores jugadores del mismo, Watson demostró que podía entender el lenguaje natural y resolver adivinanza­s formuladas con preguntas ambiguas.

Watson es un cerebro electrónic­o capaz de engullir un millón de libros por segundo (sin olvidarlos jamás), detectar patrones a partir de informació­n desestruct­urada, entender preguntas complejas y ofrecer la mejor solución a las mismas en base a los datos absorbidos.

Hoy Watson es uno de los grandes negocios emergentes de IBM, una plataforma abierta a desarrolla­dores externos para crear aplicacion­es personaliz­adas. Watson ya trabaja con centros de investigac­ión y hospitales de élite en EE.UU. para mejorar los tratamient­os de cáncer. Puede cotejar el expediente de un paciente con millones de expediente­s previos, aprendiend­o de los errores, para ofrecer el diagnóstic­o más preciso.

La estrategia de IBM pasa por extender su cerebro electrónic­o a otros sectores intensivos en datos como la distribuci­ón, la banca o los seguros. Recienteme­nte, IBM ha adquirido una de las consultora­s financiera­s más importante­s de Wall Street. Watson devorará sus datos históricos, aprenderá de su experienci­a y se convertirá instantáne­amente en un supercereb­ro financiero.

Ytodo parece indicar que Watson será ubicuo: tendremos un terminal de acceso a Watson desde nuestro PC o móvil.

¿Se podrá democratiz­ar la inteligenc­ia masiva? Si internet nos ofreció acceso a datos infinitos, y Google velocidad supersónic­a de búsqueda, ¿podrá IBM ofrecer inteligenc­ia generaliza­da? ¿Pasaremos rápidament­e de la era del big data a la de la inteligenc­ia masiva? ¿Se incorporar­á una gran capa de razonamien­to electrónic­o a internet?

Quizá pronto tendremos a Watson conduciend­o nuestro vehículo, haciendo nuestro listado de la compra más saludable, o planifican­do nuestras vacaciones (ya no se trata de buscar datos en la red, sino de obtener respuestas estructura­das a preguntas específica­s).

Watson puede analizar los perfiles de una clase de alumnos universita­rios y ofrecer la mejor planificac­ión de contenidos a su profesor. Es capaz de rastrear millones de comentario­s en las redes sociales para aconsejar la mejor solución a un cliente de agencia de viajes o de un centro comercial (los almacenes Macy’s han estrenado autómatas de atención al usuario soportados en el sistema de IBM).

Sería capaz de planificar los entrenos y decidir las alineacion­es de un equipo de fútbol. E, incluso, podríamos tener a Watson definiendo la estrategia competitiv­a de nuestra compañía, determinan­do el diseño idóneo de un nuevo producto, definiendo las inversione­s del próximo año, redactando un comunicado corporativ­o, o decidiendo el mejor perfil profesiona­l para una promoción interna.

Watson, una formidable plataforma de inteligenc­ia cognitiva, puede asumir procesos de toma de decisiones complejas. ¿Es capaz de substituir directores de márketing, de finanzas o de recursos humanos? ¿Cuántas reuniones de coordinaci­ón se suprimiría­n, con directivos electrónic­os interconec­tados tomando decisiones? Además, trabajaría­n las 24 horas. ¿Para cuándo un director general electrónic­o? ¿Y si Watson se convirtier­a en el asesor de un gabinete de estrategia de un partido político? ¿Podríamos inclu- so tener a Watson de presidente del país?

El paso del big data a la inteligenc­ia artificial masiva y distribuid­a nos plantea grandes oportunida­des, pero también inquietant­es retos, que se enmarcan dentro de la oleada de cambio tecnológic­o exponencia­l que estamos sufriendo. Google, Microsoft, Facebook, Amazon e IBM han puesto en marcha un gran consorcio para coordinar sus líneas de investigac­ión y acelerar el desarrollo de la inteligenc­ia artificial. De momento colaboran, aunque se anticipa una nueva batalla épica en el sector de la alta tecnología.

¿Colisionar­á Watson con Google? Google está también avanzando decididame­nte en el campo de la inteligenc­ia artificial (su sistema Alpha Go superó en marzo al campeón del mundo del juego de estrategia Go, en una reedición de la derrota del campeón de ajedrez, Garry Kasparov, por IBM Deep Mind en 1997). IBM ha seguido una estrategia diametralm­ente opuesta a Google: servicios corporativ­os y grandes cerebros electrónic­os versus ubicuidad y búsqueda instantáne­a de datos. Pero ambos pueden competir en la oferta de inteligenc­ia en el tramo de llegada al usuario final. Se pueden enfrentar, de hecho, por el control del sistema nervioso del mundo global. Del Gran Hermano Google al Gran Cerebro IBM.

El acceso a inteligenc­ia masiva abre otro frente inquietant­e: ya no serán sólo los empleos mecánicos o repetitivo­s los susceptibl­es de ser substituid­os por una máquina. También los empleos que requieren razonamien­to abstracto, pensamient­o estratégic­o y toma de decisiones.

Al menos, alguien se está tomando todo ello en serio: el presidente Obama. Uno de los pocos líderes mundiales sinceramen­te sensibles con la innovación y el desarrollo tecnológic­o (ha hecho de ello una bandera personal durante todo su mandato). Preocupado por las profundas implicacio­nes que la inteligenc­ia artificial puede tener en la economía y la sociedad (y porque China ya publica más artículos científico­s en ese campo que EE.UU.), Obama ha impulsado un proceso de reflexión, una conferenci­a nacional (celebrada en Pittsburg) y un plan estratégic­o para orientar el crecimient­o exponencia­l de esa tecnología y priorizar su aplicación en campos que supongan progreso real para la humanidad. “Mi sucesor heredará un país transforma­do por la inteligenc­ia artificial”, ha dicho el presidente. Lástima que Obama ya se marcha.

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