La fiscalidad del arte
Se acaba de publicar la cuarta edición de la Guía de Arte BMW, una guía a la manera de la Michelin que describe 256 colecciones privadas de arte contemporáneo de todo el mundo. En el prólogo se reflexiona sobre la significativa contribución artística del coleccionista en términos personales y subjeti- vos, fruto de pasiones y vivencias, frente a la de los museos, que deberían ser fruto de un cierto canon. Como muy bien documenta elArt Collector Report de la plataforma Larry’s List, a menudo estas colecciones privadas acaban en la órbita pública.
Justo estos días hemos tenido noticia de tres donaciones importantes a museos. El millonario Eric Smidt acaba de dar 25 millones de dólares al Lacma de Los Ángeles. Los Hays, coleccionistas americanos, 600 obras en el Musée d'Orsay de París valoradas en 380 millones. Yla coleccionista Patricia Phelps de Cisneros, más de un centenar de obras de arte sudamericano en el MoMA.
¿Por qué el Macba o el MNACnoreciben donaciones como estas? Sabemos que tiene que ver con las condiciones fiscales y legislativas que tienen los coleccionistas. En Barcelona, pese a no tener unas buenas condiciones, hay casos de éxito que escenifican el compromiso social de artistas, coleccionistas o entidades financieras. El Museu Picasso, las fundaciones Miró i Tàpies, pero también la Fundació Vila Casas, con su buen trabajo con el arte catalán, o las Fundaciones Macba y La Caixa, que están articulando importantes colecciones de arte. Todo eso melleva a hacerme eco de una reclamación antigua: una buena ley de mecenazgo y una legislación fiscal equiparable a la de otros países europeos con tratamientos mucho más sensibles con la patrimonialización y el comercio del arte.