La Vanguardia - Dinero

El directivo ya es un trapecista que trabaja sin red

Cultivar la empleabili­dad es cada vez más importante en el mercado laboral que se está configuran­do tras la crisis

- Jordi Goula Barcelona

Con la crisis, el mercado laboral español ha reducido su tamaño y hasta hace un año no empezó a frenarse la caída entre los directivos. Las carreras han cambiado. Antes, un puesto directivo era para toda la vida y aproximada­mente cada tres años participab­a en una promoción. Ahora esta situación ha cambiado y no sólo por la crisis, también por el entorno; por la nueva economía (digitaliza­ción), hay mucha más movilidad: intraempre­sarial, de empresa y de sector. También se contrata mu- cho más por proyectos... Más de 7 de cada 10 directivos españoles prevén trabajar por proyectos en el 2017, según una encuesta del World Business Forum a 400 ejecutivos españoles. Las carreras directivas, en definitiva, producen ahora muchas más situacione­s de discontinu­idad.

La Asociación Española de Directivos (AED) recoge esta preocupaci­ón y está preparando un libro sobre la gestión de la carrera integral del directivo, a partir de varias jornadas que hace entre sus socios. Tres miembros de la Función Directiva del AED, que traba- jan en la confección del libro, aportan su punto de vista al respecto. Se trata de Xavier Mir, actualment­e consejero y profesor de Esade, tras ser directivo durante 25 años; Sara Bieger, socia directora de Leaders Trust ( head hunter), y Fernando Cogollos, director general de Northgate España (Renting).

Los tres especialis­tas muestran que en la AED hay consenso absoluto en que el directivo debe ser hoy mucho más proactivo en la gestión de su carrera profesiona­l. “Antes se podía dejar llevar por la inercia de la propia empresa, pero ahora debe planificar­se, potenciar su empleabili­dad, mantenerse atractivo profesiona­lmente, prever la discontinu­idad y, si llega el caso, saber gestionarl­a. Ytodo ello en un entorno en el que todo va mucho más rápido yen el que cada día aparecen nuevos retos. No es algo fácil”, observa Mir.

Estamos viviendo un momento histórico, enel queunbuenn­úmero de directivos que han perdido el trabajo durante la crisis no lo han recuperado. “Muchos directivos se han convertido en emprendedo­res o consultore­s autónomos, aprovechan­do sus conocimien­tos y la red de contactos que tenían en su exempresa”, explica Sara Bieger. Y prosigue: “Muchos han tenido que hacer previament­e una larga travesía del desierto, alejándose del mundo top, lo que les ha hecho ver la vida de una manera muy distinta. Muchos de ellos, los más inteligent­es, incluso se han convertido en mejores personas...”, añade.

El cambio ha sido profundo en todos los ámbitos, no sólo en el digital, también en el marketing, en el financiero... “Antes se acababa una carrera universita­ria y tenías una autopista por delante. Ahora el currículum vale, pero menos. Y es algo quesedebea­sumir. Esmás, hemos llegado a un punto en que la capacidad para gestionar perso- nas puede tener tanta o más importanci­a que el conocimien­to de la materia... y eso no se estudia en la universida­d”, apunta Fernando Cogollos. Por ello cree que es muy importante “ser capaz de descubrir personas con talento” y hace una reflexión interesant­e. “Alguien debería decirte alguna vez en el trabajo que eres bueno, que lo estás haciendo bien. Siempre he pensado que dedicamos muy poco tiempo a potenciar los puntos fuertes de la gente. Está bien –es necesario– corregir los defectos, pero se consigue mucho más potenciand­o los puntos fuertes. El tiempo que dedicamos a una cosa y otra está muy descompens­ado. Por otro lado, es una obligación de los directivos sénior echar una mano a los jóvenes”. Ciertament­e, los jóvenes son quienes necesitan más ayuda, por eso destaca la importanci­a de la figura del mentor. Mercado hostil Sin embargo, los directivos sénior parece que no lo tienen excesivame­nte fácil en un mercado en principio hostil. “Me preocupa mucho el tema de la edad”, dice Sara Bieger. “Las empresas meestán pidiendo directivos de 35 a 45 años y estirando mucho hasta los 50, pero ni uno más. Eso ya lo vivimos en los años anteriores a la crisis y acabó en unverdader­o fiasco. Parece olvidarse que también las personas hemos cambiado. Hoy, alguien entre los 50 y 60 años equivale a quien tenía 40-50 hace un tiempo. Es gente preparada, físicament­e cuidada, con savoir faire, experienci­a... Además, lo que estoy viendo es que vamos en sentido contrario a la tendencia global, que es alargar la edad de jubilación”. Afirma que, en general, las empresas están gestionand­o mal la diversidad de edades. “Corremos el riesgo de caer de nuevo en la trampa de quedarnos sin gente preparada que sepa gestionar bien una crisis...”, añade.

Las carreras de los directivos producen ahora muchas más situacione­s de discontinu­idad La capacidad para gestionar personas puede pesar más que el conocimien­to de la materia

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GABRIELA RUBIO
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