Limitar el gasto en efectivo a mil euros fue un fracaso en Italia
La decisión de limitar los pagos en efectivo a 1.000 euros tiene un precedente en Italia: no funcionó
La guerra al efectivo ha empezado. Esta semana el ministro de Hacienda anunció que va a rebajar a 1.000 euros el pago máximo en metálico. El objetivo es luchar contra el fraude y el dinero negro. ¿Pero estamos seguros de que esta medida funciona?
De entrada, los comerciantes no la ven con buenos ojos. Las asociaciones Fundació Barcelona Comerç y Barcelona Oberta expresaron su disconformidad. Argumentan que esta restricción favorece a los bancos y castiga al comercio, “porque obliga a los consumidores a utilizar tarjetas de crédito con el sobrecoste adicional de las comisiones correspondientes”.
De acuerdo con estas organizaciones, la limitación “tiene un efecto negativo para un amplio abanico de sectores económicos, desde la hostelería hasta la restauración, pasando por el comercio,el menaje del hogar, electrodoméstico se informática ”.
Como muchos otros proyectos legislativos que introducen restricciones, despliegan su máxima eficiencia si otros países lo hacen de forma coordenada y armonizada. Deotra manera, lo que acostumbra a producirse es la fuga de consumidores a otros países. Por poner un ejemplo, los ciudadanos podrían viajar a Francia o Andorra para ha- cer sus compras o desplazarse expresamente para adquirir, en efectivo, determinados productos.
Para despejar las dudas, puede ser útil recurrir a la hemeroteca. En Italia ya se dio este debate y la experiencia que se vivió allí fue muy significativa. Entre el 2008 y el 2015 se bajó y se subió el límite autorizado para el pago en efectivo seis veces. Señal de que tampoco el legislador italiano tenía muy claro lo que había que hacer.
En el 2008 el techo máximo era de 12.500 euros. En el 2012, en ocasión del gobierno Mario Monti cayó hasta 1.000. Hoy, bajo la batuta deMatteoRenzi, havueltoasubira 3.500 euros. Una marcha atrás en toda regla con el objetivo de reactivar el consumo. De alguna manera se llegó a la conclusión de que no era muy eficaz ser tan rígidos. Y por varios motivos.
Y no sólo porque los italianos empezaron a viajar a Suiza, Francia y otros países vecinos para realizar sus compras o disfrutar de su tiempo de ocio en hoteles y restaurantes. Otros empezaron a fraccionar pagos en algunos servicios (al electricista o al dentista se le hacían dos pagos en efectivo de 600 euros en lugar de un transferencia de 1.200). Encuanto al dinero fruto de actividades criminales, se ocultaba antes y siguió oculto después.
Francesco Lippi, profesor de la Universidad de Sassari y del Institute for Economics and Finance de Roma, cita unos datos del Banco de Italia muy sugerentes. En el 2008 el porcentaje de gastos en efectivo sobre el total alcanzaba el 43,7%. Cuando se introdujo el techo de 1.000 euros, este porcentaje bajó pero levemente: al 40,9%. Traducción: los italianos continuaron usando cash para sus transacciones incluso con un límite legal. Lippi estima que lo único que se consiguió fue una recuperación del IVA equivalente al 0,4% del PIB. Unresultado modesto.
“Poner techo al efectivo es una medida inútil. Y nadie parece preocuparse de las complicaciones que una norma de este tipo impone sobre la gestión de pagos de millones de ciudadanos honestos”, sostiene este académico.
En su opinión, es un problema más bien cultural. “Hay que recordar que la evasión fiscal es baja en países donde se recurre mucho al efectivo y no hay ningún límite a su uso, como Alemania o Austria”. La historia dice que el límite al efectivo... no es efectivo.
En Italia se volvió a subir el límite a 3.500 euros al ver que no surtía efecto Hay estudios que demuestran que los ciudadanos obvian las restricciones de la norma