Trasmediterránea, la primera naviera del país, cumple cien años
La compañía Trasmediterránea, con la solidez que le dan sus cien años de historia, afronta una nueva etapa de crecimiento y expansión
Trasmediterránea, la principal compañía marítima española de pasajeros, vinculada históricamente al puerto de Barcelona, ha cumplido cien años esta semana. El 25 de noviembre de 1916, y ante el notario Antonio Sasot Mejías, la empresa se constituyó como resultado de la fusión de cuatro importantes navieras, tal como recogió en su momento La Vanguardia de la época. Desde entonces hasta hoy la compañía ha afrontado todo tipo de retos y dificultades y, en la actualidad, encara una etapa de renacimiento, con nuevos objetivos de creci- miento y expansión, como puso de manifiesto su consejero director general, Mario Quero Gil, en el transcurso de los Encuentros en La Vanguardia organizados para celebrar la citada efemérides, en los que ejerció de anfitrión juntamente con Pere Guardiola, director general comercial de Grupo Godó.
A día de hoy Trasmediterránea es una compañía de transportes intermodal, en la que se integran diversas sociedades, aunque el negocio naviero supone un 70% de su actividad, con veintiún buques que prestan servicio en 31 líneas marítimas. Factura 440 mi- llones de euros y tiene 1.200 empleados. El principal accionista de la compañía es Acciona, propiedad de la familia Entrecanales, que adquirió la empresa cuando fue privatizada en el año 2002, después de haber estado en manos públicas durante veinticinco años. Fue nacionalizada en 1978 cuando su situación financiera se agravó y expiraron los contratos con el Estado .
Las cuatro navieras que se fusionaron para crear Transmediterránea en 1916 fueron la Compañía de Vapores Correos de África, que dirigía José Juan Dómine –promotor del proceso de integración–, la compañía Navegación e Industria, que atendía la línea de Canarias y, además, aportaba Talleres Nuevo Vulcano, importante factoría de reparaciones navales establecida desde el siglo XIX en el puerto de Barcelona, la Línea de Vapores Tintoré y la Ferrer Peset Hermanos, que disponían de flo- tas dedicadas a tráficos regulares.
Juan Carlos Díaz Lorenzo, historiador, investigador naval y autor del libro del centenario de Transmediterránea, que esta semana actuó de moderador en el citado acto celebrado en la Llotja para conmemorar el acontecimiento, recordó que esos años eran malos tiempos para todos, ya que se sufrían las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, y de ahí la necesidad de sumar esfuerzos para superar los problemas. El transporte marítimo acusaba, entre otras dificultades, la escasez de los suministros de carbón y los efectos de la temible actuación de los submarinos alemanes, a modo de ensayo de lo que años más tarde sería la Segunda Guerra Mundial.
En los años inmediatamente posteriores otras navieras acabaron enarbolando la contraseña de la compañía Trasmediterránea, siguiendo la tendencia aglutinadora, como fue el caso de La Ma-
honesa, Compañía Marítima de Vapores, Isleña Marítima, Compañía Marítima de Barcelona y Compañía Anónima de Vapores Vinuesa, esta última con sede en Sevilla, con la importante y determinante entrada en el accionariado, a partir de 1920, de la familia March.
La fundación de Unión Naval de Levante, en abril de 1924, abrió una nueva etapa que permitió construir la mayor parte de los buques en la factoría valenciana, mientras que Talleres Nuevo Vulcano, en Barcelona, asumió el grueso de las reparaciones navales y algunas obras de transformación importantes, como cambios de equipos propulsores y modernizaciones integrales. Una serie de hombres dotados de una especial visión en cada etapa –Juan J. Dómine, Ernesto Anastasio, Manuel Soto, Salvador Moreno y Pedro Nieto– condujeron la compañía y el astillero hasta la nacionalización, en dónde comenzó otra etapa con cambios profundos para adaptarse a las nuevas necesidades del mercado marítimo.
En el acto celebrado en la Llotja, al que asistió numeroso público, Juan Carlos Díaz Lorenzo reunió a seis personajes que aportaron sus particulares visiones sobre diversos aspectos relacionados con Trasmediterránea. Los participantes fueron Enrique García Domingo, jefe del Área de Gestión de Colecciones y del Conocimiento del Museo Marítimo de Barcelona; Joaquín Maria Tintoré, descendiente de los propietarios de Vapores Tintoré; Ignasi Vendrell, responsable de Contratación y Patrimonio de la Secretaría de Universidades e Investigación de la Generalitat; Francesc Lleal, capitán de Marina Mercante y doctor en Geografía; Joan Ribera, director en su día de Talleres Nuevo Vulcano y Santiago Ordás, decano de la Facultad de Náutica de la Universidad Politécnica de Catalunya, juntamente con el director general del Puerto de Barcelona, José Alberto Carbonell. Este último destacó la gran actividad de Trasmediterránea ligada al puerto de Barcelona. Señaló, en este sentido, que no hay día en que un barco de esta compañía no haya entrado o salido del puerto, bien con pasajeros o con mercancías, fundamentalmente hacia Baleares.
Enrique García insistió en la estrecha vinculación de Trasmediterránea con Barcelona. “Es muy difícil encontrar en la ciudad –dijo- personas que no hayan tenido algún tipo de relación con la compañía”. Explicó que ésta fue de las primeras instituciones que colaboraron en la fundación del Museo Marítimo de Barcelona en el año 1929 y que, desde entonces, no ha dejado de realizar aportaciones. El museo tiene una gran colección de maquetas de los barcos de la compañía.
Joaquín María Tintoré destacó la importancia que tuvo la fusión de Vapores Tintoré con otras tres navieras para fundar Trasmediterránea. “Somos los genes de esta compañía”, dijo, y recordó que la primera sede de Trasmediterránea estuvo, precisamente, en las oficinas de Vapores Tintoré de la calle del Call. Explicó que fue su tatarabuelo, Pablo Maria Tintoré, quien fundó la compañía de vapores en 1852 con otros treinta accionistas para cubrir líneas de comunicación con Gran Bretaña, que tuvieron mucha im- portancia en su tiempo, y con el norte de África, así como también para la organización de cruceros turísticos. Eran personas con gran vocación de navieros, con voluntad de trabajo y de servicio. Los buques de la empresa eran grandes vapores de transmisión a hélice que, además, estaban equipados con goletas de tres palos para apoyar la travesía en las velas cuando el tiempo lo permitía, además de disponer de luz eléctrica y de telegrafía sin hilos.
Ignasi Vendrell, en su turno de palabra, destacó que Trasmediterránea fue una de las primeras compañías que apostó en 1917 por la recién abierta Via Laietana para construir su edificio corporativo, que encargó al arquitecto Juli Maria Fossas i Martínez, con una estructura y distribución interna que guarda similitud con la de los grandes buques. La torre del edificio, hoy ocupado por la Generalitat, es un faro simbólico y sus paredes y fachadas contienen el anagrama de la compañía juntamente con bustos de los grandes navegantes y exploradores marítimos de la historia.
El capitán Francesc Lleal pasó revista a algunos de los momentos difíciles de la historia en los que la compañía Trasmediterránea prestó ayuda y servicio, como fue durante la Segunda Guerra Mundial para transportar a la gente que huía, fundamentalmente judíos, hacia Estados Unidos y Latinoamérica, ya que las líneas regulares no daban abasto, o como cuando colaboró para facilitar la evacuación de los españoles de Guinea en 1969 o del Sahara en 1975. “Haber rescatado millares de personas en situaciones muy difíciles –dijo- es algo que no tiene precio”.
Juan Carlos Díaz destacó que, a lo largo de su existencia, Trasmediterránea ha contratado la construcción de buques que han sido un claro exponente de los avances tecnológicos y de las necesidades del transporte marítimo nacional. En este sentido Joan Ribera insistió en la importancia que tuvieron los emblemáticos Talleres Nuevo Vulcano en la actividad del puerto de Barcelona con la reparación y puesta a punto de los buques de la compañía, la mayoría construidos en la Unión Naval de Levante, en Valencia. El dique seco que utilizaban estos talleres ha pasado, en la actualidad, a la Marina Barcelona 92, dedicada a la reparación y mantenimiento de mega yates.
Santiago Ordás, por último, hizo una semblanza biográfica de Ernesto Anastasio Pascual que presidió Trasmediterránea durante veinticinco años, desde 1932 hasta 1957, y que a su juicio fue la personalidad más destacada de la marina civil en el siglo XX, formado en su día en la Escuela Oficial de Náutica de Barcelona, en dónde estudiaron también muchos de los capitanes, oficiales y jefes de máquinas de la compañía. Este personaje fue capitán de buque, práctico del puerto de Barcelona, abogado, consejero en su día de la comisión constitutiva de la compañía Trasmediterránea, presidente de la Unión Naval de Levante y consejero de numerosas empresas.
Compañía con vocación de liderazgo La voluntad de Trasmediterránea, según su consejero director general, Mario Quero Gil, es consolidarse como una compañía líder para dar las respuestas más adecuadas a las necesidades del mercado