Un nuevo modelo productivo
El Gobierno central relega la reindustrialización a un segundo plano y supedita la reforma energética al cumplimiento del déficit público fijado por Bruselas
El sector industrial sólo emplea el 13,6% de la población ocupada en España y representa el 13% del PIB nominal
El profesor Oliver Alonso se preguntaba hace unos cuantos días cuándo se producirá el tan cacareado cambio de modelo productivo. La impresión que existe en los círculos de poder es que no es una prioridad del nuevo Gobierno que acaba deformarse, como tampoco lo es la reforma energética. El objetivo central de la política económica es cumplir el déficit público fijado por Bruselas y que contempla el equilibrio fiscal al final de la legislatura.
Alcanzar el equilibrio entre ingresos y gastos en el 2020 supone hacer un esfuerzo fiscal superior a los 50.000 millones de euros en cuatro años. Esto significa que todo lo demás estará supeditado a la reducción del déficit. Mientras sea así, el auténtico ministro de Industria es Cristóbal Montoro y lo mismo se puede decir con el de Energía.
Este es el drama de ser el país con el mayor desequilibrio fiscal de Europa y uno de los másendeudados del mundo desarrollado. La mala gestión de la crisis que realizó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con Pedro Solbes y Miguel Sebastián a la cabeza no sólo llevó a la desesperación a millones de familias, sino que además ha hipotecado el futuro de nuestros hijos y tal vez el de nuestros nietos. Mientras no seamos capaces de sanear nuestras cuentas públicas, apenas existirá margen para destinar los recursos financieros que son necesarios para cambiar el modelo productivo y energético.
Esto significa simple y llanamente que España una vez más podría perder el tren del progreso tecnológico como nos pasó con la revolución industrial y la máquina de vapor; la llegada del ferrocarril; la electricidad; el automóvil o incluso con la informática y las telecomunicaciones. Siempre hemos ido por detrás de los avances de la sociedad moderna. Ahora no parece que vaya a producirse una excepción de cara al nuevo impacto tecnológico que se nos anuncia con los impresionantes desarrollos que se están produciendo en la biología, la nanotecnología, la química del agua o nuevos materiales y lo que es más importante aún, de la digitalización.
Los datos manejados por el profesor Oliver son aplastantes: mientras el sector servicios emplea el 76,3% de la población ocupada y representa el 67% del PIB nominal, la industria sólo emplea el 13,6% y representa el 13%. Es como si nos hubiésemos olvidado completamente del are industrialización y nos hubiésemos resignado a ser una sociedad de servicios con todo lo que ello supone de retraso.
El cambio de modelo productivo; la transición a un nuevo modelo energético; el incremento de la productividad; la re industrialización; las inversiones en conocimiento yen infraestructura; la mejora de la enseñanza; el incremento de la competitividad ... Todo ha desaparecido de la agenda a pesar de que desde el estallido de la burbuja financiera en el 2008 el proceso de desindustrialización se ha acelerado hasta límites alarmantes. En estos ocho años el empleo industrial ha retrocedido un 24% frente a un incremento del 2,4% en los servicios.
La prioridad de nuestra clase política está en otro sitio, como en la reforma de la Constitución; la financiación territorial; el encaje de Catalunya y Euskadi en España; el gasto delas pensiones; el sueldo de los funcionarios..., cuestiones todas ellas muy importantes pero que no resuelven nuestro principal problema, que son los bajos niveles de productividad y nuestra elevada tasa de endeudamiento.
Este desinterés por la re industrialización ha quedado plasma do en la composición del nuevo Gobierno. El Ministerio de Industria ha quedado descuartizado por piezas como si se tratase de un pollo. Montoro se ha llevado la mejor parte, colocando a su pupilo Álvaro Nadal en la nueva cartera de Energía, Turismo y Agenda Digital. Su prioridad es incrementar las tuercas fiscales a las grandes empresas en general y a las eléctricas en particular. Es decir, la misma política que hizo su antecesor, su hermano gemelo Alberto, desde la secretaría de Estado de Energía y que ahora ha pasado a controlar la secretaría de Presupuestos y Gastos. Y para cerrar el círculo, el puesto que Álvaro deja libre al frente de la Oficina Económica ha sido ocupado por su cuñada, Eva Valle, la mujer de Alberto. Un nombramiento que ha llamado poderosamente la atención, ya que el papel de esta oficina del Presidente es fiscalizarla política que se hace desde los ministerios.