¿Ha llegado la hora de los activos de riesgo?
Durante los dos primeros trimestres del año, los mercados se centraron en debatir si estábamos o no ante un escenario de recesión global. Y lo cierto es que ese debate se producía con motivo: el crecimiento en Estados Unidos se había debilitado de un modo evi- dente, China ofrecía de nuevo dudas sobre su cambio de modelo económico con posibilidad de un aterrizaje brusco, las materias primas se habían desplomado generando serios problemas en los países productores, y los beneficios empresariales encadenaban trimestre tras trimestre de deterioro. La Reserva Federal de Estados Unidos aplazaba la normalización de los tipos de interés reunión tras reunión y los sobresaltos políticos, con el Brexit a la cabeza, se sucedían sin descanso.
Apenas unos meses después, el escenario es bien distinto. El crecimiento económico en Estados Unidos y la Eurozona avanza a ritmos razonables y los indicadores adelantados de actividad indican que esta expansión debería mantenerse o incluso ganar algo más de tracción en los próximos meses; los precios de las materias primas, aunque lejos de sus máximos, se han recuperado ostensiblemente, y los beneficios empresariales en Estados Unidos han vuelto a la senda del crecimiento. Además, la nueva presidencia estadounidense apunta claramente a medidas en el corto plazo que pueden incrementar al alza este proceso.
La reacción de los mercados internacionales ha sido, por supuesto, importante. De la mano de las curvas de tipos de interés, estamos viendo un reposicionamiento hacia un escenario de mayor crecimiento y, sobre todo, de mayor inflación. Eso ha supuesto un castigo importante para los bonos de máxima calidad en los plazos largos, afectados por las subidas de tipos de interés y el empinamiento de las curvas, y también una importante divergencia dentro de los índices de renta variable, con subidas de los sectores más cíclicos y caídas para los más sensibles a subidas de tipos.
La gran cuestión es: ¿estamos ante un escenario sostenible a medio plazo o ante un simple movimiento —uno más— de mercado? ¿Debemos comenzar a rotar las carteras, actualmente posicionadas en un nivel de riesgo medio-bajo, hacia posiciones más decididas? Solamente el tiempo podrá darnos esa respuesta, pero a priori podría pensarse que sí, que un escena- rio de mayor crecimiento e inflación es mucho más probable hoy que hace seis meses. Sin embargo, estaríamos ante un proceso, no ante un acontecimiento. Eso significa que la rotación de las carteras debe ser también paulatina, sin movimientos radicales y aprovechando movimientos de mercado que, sin duda, se producirán.
Pese a la intensidad del movimiento visto en el mercado en las últimas semanas, las prisas o la sensación de estar perdiendo un tren, pueden ser malas consejeras en el corto plazo. El pleno desarrollo de ese escenario, que apoyaría los activos de más riesgo, llevará meses o trimestres, con lo que la adaptación de las carteras al mismo puede ser llevada a cabo de un modo ordenado y apoyado en los hechos, no en las conjeturas.