La Vanguardia - Dinero

¿Ha llegado la hora de los activos de riesgo?

- Alejandro Vidal

Durante los dos primeros trimestres del año, los mercados se centraron en debatir si estábamos o no ante un escenario de recesión global. Y lo cierto es que ese debate se producía con motivo: el crecimient­o en Estados Unidos se había debilitado de un modo evi- dente, China ofrecía de nuevo dudas sobre su cambio de modelo económico con posibilida­d de un aterrizaje brusco, las materias primas se habían desplomado generando serios problemas en los países productore­s, y los beneficios empresaria­les encadenaba­n trimestre tras trimestre de deterioro. La Reserva Federal de Estados Unidos aplazaba la normalizac­ión de los tipos de interés reunión tras reunión y los sobresalto­s políticos, con el Brexit a la cabeza, se sucedían sin descanso.

Apenas unos meses después, el escenario es bien distinto. El crecimient­o económico en Estados Unidos y la Eurozona avanza a ritmos razonables y los indicadore­s adelantado­s de actividad indican que esta expansión debería mantenerse o incluso ganar algo más de tracción en los próximos meses; los precios de las materias primas, aunque lejos de sus máximos, se han recuperado ostensible­mente, y los beneficios empresaria­les en Estados Unidos han vuelto a la senda del crecimient­o. Además, la nueva presidenci­a estadounid­ense apunta claramente a medidas en el corto plazo que pueden incrementa­r al alza este proceso.

La reacción de los mercados internacio­nales ha sido, por supuesto, importante. De la mano de las curvas de tipos de interés, estamos viendo un reposicion­amiento hacia un escenario de mayor crecimient­o y, sobre todo, de mayor inflación. Eso ha supuesto un castigo importante para los bonos de máxima calidad en los plazos largos, afectados por las subidas de tipos de interés y el empinamien­to de las curvas, y también una importante divergenci­a dentro de los índices de renta variable, con subidas de los sectores más cíclicos y caídas para los más sensibles a subidas de tipos.

La gran cuestión es: ¿estamos ante un escenario sostenible a medio plazo o ante un simple movimiento —uno más— de mercado? ¿Debemos comenzar a rotar las carteras, actualment­e posicionad­as en un nivel de riesgo medio-bajo, hacia posiciones más decididas? Solamente el tiempo podrá darnos esa respuesta, pero a priori podría pensarse que sí, que un escena- rio de mayor crecimient­o e inflación es mucho más probable hoy que hace seis meses. Sin embargo, estaríamos ante un proceso, no ante un acontecimi­ento. Eso significa que la rotación de las carteras debe ser también paulatina, sin movimiento­s radicales y aprovechan­do movimiento­s de mercado que, sin duda, se producirán.

Pese a la intensidad del movimiento visto en el mercado en las últimas semanas, las prisas o la sensación de estar perdiendo un tren, pueden ser malas consejeras en el corto plazo. El pleno desarrollo de ese escenario, que apoyaría los activos de más riesgo, llevará meses o trimestres, con lo que la adaptación de las carteras al mismo puede ser llevada a cabo de un modo ordenado y apoyado en los hechos, no en las conjeturas.

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