La Vanguardia - Dinero

Señores, el Brexit llama a su puerta

Las negociacio­nes sobre el divorcio con Europa comienzan en marzo, y la economía no será inmune

- Rafael Ramos

El Brexit es como un virus que se ha metido en la economía británica. Que los médicos saben que está ahí, pero los síntomas todavía no han aparecido, aunque segurament­e lo harán en el 2017. Y sobre cuya gravedad existen todo tipo de teorías contradict­orias, desde quienes pronostica­n la postración del paciente (el ReinoUnido) hasta los quecreen que a largo plazo generar á anticuerpo­s y reforzará su sistema inmune para enfrentars­e a las consecuenc­ias de la globalizac­ión y la llegada de Trump al poder en EE.UU.

Por el momento, las constantes vitales de la economía británica tras el terremoto del Brexit son más fuertes de lo que podía pensarse, con un crecimient­o económico del 2% en el 2016. Osea, como si no hubiera pasado nada. Del carro tira el consumo interno (la gente gasta en vez de ahorrar, pensando que las cosas van a subir), los seguros, las pensiones, la restauraci­ón, el turismo y los servicios financiero­s. Pero hay motivo para la preocupaci­ón. Las manufactur­as, la construcci­ón y la agricultur­a están congeladas.

Por impredecib­le que sea la evolución de la enfermedad –y todo depende de si al final se opta por un Brexit duroo blando, por el portazo o la negociació­n de un acceso al mercado único y la permanenci­a en la unión aduanera–, es casi inevitable que en el 2017 Gran Bretaña sufra fiebre y dolores de cabeza, en forma de altibajos de la libra, dudas sobre la inversión extranjera, nerviosism­o en los bancos y la City, aumento de la inflación, encarecimi­ento de las importacio­nes, consiguien­te disminució­n del poder adquisitiv­o de las familias, incremento­del déficit y la deuda pública.

El primer parte médico significat­ivo se producirá a finales de marzo, cuando la primera ministra Theresa May invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el pistoletaz­o de salida en la negociació­n del divorcio, con un plazo de dos años para llegar a un acuerdo sobre cuánto ha de pagar cada uno (se estima que Bruselas reclamará unos 70.000 millones de euros a Londres para el cumplimien­to de obligacion­es previament­e pactadas). Entonces es previsible que vuelva a desplomars­e la libra –que en los últimos meses se ha recuperado parcialmen­te–, y que vuelva a caer hasta casi la paridad con el euro, y un 5% respecto al dólar, llegando al cambio más bajo entres décadas( más aún si la Reserva Federal de EE.UU. sube tipos y el Banco de Inglaterra no).

“Los mercados son muy volátiles, y es probable que tras el golpe psicológic­o inicial la divisa británica se estabilice a lo largo del año y regresemos más o menos a la situación actual, máxime si la economía sigue creciendo y los resultados de las elecciones francesas y alemanas alimentan la incertidum­bre sobre el futuro de la Unión Europea –señala Vincent De Klerk, analista de la City–. Pero estamos en el terreno de las hipótesis. Hay quienes trabajan sobre la base de que la libra acabará el 2017 a 1,25 dólares, y hay quienes creen que estará a 1,45 dólares”.

Entre el 52% de británicos que vota ron a favor del B re xi t existe una especie de euforia que les impulsa a gastar, incluso más de lo que tienen, como si todo fuera de color rosa. Ya ese frenesí de consumo se ha sumado parte del 48% que se pronunció por la permanenci­a en Europa, por miedoalo que se viene encima, y los indicios ya claros de que la depreciaci­ón de la libra va a impactar negativame­nte sobre el coste de la vida. El pronóstico de crecimient­o para el tercer trimestre era deunra- quítico 0,1%, pero en la realidad ha sido del 0,6%, impulsado por el consumo interno, y datos provisiona­l es sugieren que de septiembre a diciembre será parecido (0,5%). Los euroescépt­icos han lanzado las campanas al vuelo, pero esas cifras apenas son una capa de pintura encima de debilidade­s estructura­les (como la escasa productivi­dad, 30% inferior a la alemana) que ya existían, pero que la crisis política muestra ahora en toda su crudeza.

Los sueldos han subido en el 2016 alrededor de un 3%, pero el poder adquisitiv­o ha registrado el mayor descenso en tres años, debido a la inflación, y a que el Gobierno exige más en impuestos y ofrece cada vez menos en beneficios sociales (congelados desde el 2012 excepto para los pensionist­as). Se suponía que el 15% en la depreciaci­ón de la libra haría más competitiv­os los productos británicos y aumentaría las exportacio­nes, pero no ha sido así. De hecho cayeron un 2,6% en el tercer trimestre, al tiempo que las importacio­nes aumentaban un 1,4%, con lo cual el déficit comercial se ha incrementa­do aún más.

El virus está ahí, pero puede que se encuentre un antídoto o que no. Si el Brexit es duro y los bancos pierden su pasaporte para realizar transaccio­nes con el resto de la Unión Europea, muchos trasladará­n parte de sus operacione­s a otros países, se perderán hasta 200.000 puestos de trabajo, la inversión extranjera sufrirá un duro golpe y los empresario­s serán reticente sagastaren maquinaria, la compra de edificios y nuevas tecnología­s. El gobierno intentará parar parcial mente el golpe con un plan de inversión en infraestru­cturas y la construcci­ón de vivienda. La in experta doctora M ay y su dividido equipo médico tienen la última palabra.

Por el momento el consumo interno tira del carro, pero se prevé una pérdida de poder adquisitiv­o

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DAVID CRESPO / GETTY
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