Señores, el Brexit llama a su puerta
Las negociaciones sobre el divorcio con Europa comienzan en marzo, y la economía no será inmune
El Brexit es como un virus que se ha metido en la economía británica. Que los médicos saben que está ahí, pero los síntomas todavía no han aparecido, aunque seguramente lo harán en el 2017. Y sobre cuya gravedad existen todo tipo de teorías contradictorias, desde quienes pronostican la postración del paciente (el ReinoUnido) hasta los quecreen que a largo plazo generar á anticuerpos y reforzará su sistema inmune para enfrentarse a las consecuencias de la globalización y la llegada de Trump al poder en EE.UU.
Por el momento, las constantes vitales de la economía británica tras el terremoto del Brexit son más fuertes de lo que podía pensarse, con un crecimiento económico del 2% en el 2016. Osea, como si no hubiera pasado nada. Del carro tira el consumo interno (la gente gasta en vez de ahorrar, pensando que las cosas van a subir), los seguros, las pensiones, la restauración, el turismo y los servicios financieros. Pero hay motivo para la preocupación. Las manufacturas, la construcción y la agricultura están congeladas.
Por impredecible que sea la evolución de la enfermedad –y todo depende de si al final se opta por un Brexit duroo blando, por el portazo o la negociación de un acceso al mercado único y la permanencia en la unión aduanera–, es casi inevitable que en el 2017 Gran Bretaña sufra fiebre y dolores de cabeza, en forma de altibajos de la libra, dudas sobre la inversión extranjera, nerviosismo en los bancos y la City, aumento de la inflación, encarecimiento de las importaciones, consiguiente disminución del poder adquisitivo de las familias, incrementodel déficit y la deuda pública.
El primer parte médico significativo se producirá a finales de marzo, cuando la primera ministra Theresa May invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el pistoletazo de salida en la negociación del divorcio, con un plazo de dos años para llegar a un acuerdo sobre cuánto ha de pagar cada uno (se estima que Bruselas reclamará unos 70.000 millones de euros a Londres para el cumplimiento de obligaciones previamente pactadas). Entonces es previsible que vuelva a desplomarse la libra –que en los últimos meses se ha recuperado parcialmente–, y que vuelva a caer hasta casi la paridad con el euro, y un 5% respecto al dólar, llegando al cambio más bajo entres décadas( más aún si la Reserva Federal de EE.UU. sube tipos y el Banco de Inglaterra no).
“Los mercados son muy volátiles, y es probable que tras el golpe psicológico inicial la divisa británica se estabilice a lo largo del año y regresemos más o menos a la situación actual, máxime si la economía sigue creciendo y los resultados de las elecciones francesas y alemanas alimentan la incertidumbre sobre el futuro de la Unión Europea –señala Vincent De Klerk, analista de la City–. Pero estamos en el terreno de las hipótesis. Hay quienes trabajan sobre la base de que la libra acabará el 2017 a 1,25 dólares, y hay quienes creen que estará a 1,45 dólares”.
Entre el 52% de británicos que vota ron a favor del B re xi t existe una especie de euforia que les impulsa a gastar, incluso más de lo que tienen, como si todo fuera de color rosa. Ya ese frenesí de consumo se ha sumado parte del 48% que se pronunció por la permanencia en Europa, por miedoalo que se viene encima, y los indicios ya claros de que la depreciación de la libra va a impactar negativamente sobre el coste de la vida. El pronóstico de crecimiento para el tercer trimestre era deunra- quítico 0,1%, pero en la realidad ha sido del 0,6%, impulsado por el consumo interno, y datos provisional es sugieren que de septiembre a diciembre será parecido (0,5%). Los euroescépticos han lanzado las campanas al vuelo, pero esas cifras apenas son una capa de pintura encima de debilidades estructurales (como la escasa productividad, 30% inferior a la alemana) que ya existían, pero que la crisis política muestra ahora en toda su crudeza.
Los sueldos han subido en el 2016 alrededor de un 3%, pero el poder adquisitivo ha registrado el mayor descenso en tres años, debido a la inflación, y a que el Gobierno exige más en impuestos y ofrece cada vez menos en beneficios sociales (congelados desde el 2012 excepto para los pensionistas). Se suponía que el 15% en la depreciación de la libra haría más competitivos los productos británicos y aumentaría las exportaciones, pero no ha sido así. De hecho cayeron un 2,6% en el tercer trimestre, al tiempo que las importaciones aumentaban un 1,4%, con lo cual el déficit comercial se ha incrementado aún más.
El virus está ahí, pero puede que se encuentre un antídoto o que no. Si el Brexit es duro y los bancos pierden su pasaporte para realizar transacciones con el resto de la Unión Europea, muchos trasladarán parte de sus operaciones a otros países, se perderán hasta 200.000 puestos de trabajo, la inversión extranjera sufrirá un duro golpe y los empresarios serán reticente sagastaren maquinaria, la compra de edificios y nuevas tecnologías. El gobierno intentará parar parcial mente el golpe con un plan de inversión en infraestructuras y la construcción de vivienda. La in experta doctora M ay y su dividido equipo médico tienen la última palabra.
Por el momento el consumo interno tira del carro, pero se prevé una pérdida de poder adquisitivo