El estallido de otra burbuja de deuda
Renta fija La subida de tipos de interés dinamita el mercado y cambia el ciclo
El pasado 14 de diciembre se produjo la segunda subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal en los últimos nueve años. La decisión estaba totalmente prevista desde meses atrás, pero la victoria de Trump y su discurso en favor de los estímulos fiscales y el gasto público apuntalaron a la Fed en su vuelta a la normalidad. Aún queda camino por recorrer y muchas incógnitas. Sin embargo, la tendencia está clarísima: el mundo está en el inicio del fin del dinero gratis para todos.
Los mercados ya lo han anticipado. A partir de ahora, la deuda será más cara. En algunos casos, mucho más cara. El sinsentido de una curva de tipos totalmente plana, en la que los Tesoros de numerosos países podían emitir bonos a diez, quince o más años con un coste ridículo, empezará a ser historia.
En el mercado secundario de bonos, esta realidad ya ha provocado fortísimas caídas en los precios, lo que ha disparado las rentabilidades. En Estados Unidos, donde el bono a diez años ya se aproxima al 3%, parece más justificado por el plan de la Fed. En Europa, se trata de un efecto contagio. Los países emergentes, por su parte, suben tipos para evitar la fuga de capitales, que buscan ahora de nuevo al dólar.
Lo que es negativo para los emisores, que tendrán que pagar más por el dinero ajeno –en algunos casos, no pagaban nada–, es positivo para los inversores. En la era de los infratipos, la inversión en renta fija dejó de ser atractiva para los inversores poco conservadores. Ahora se abrirá de nuevo el mercado para ellos.
La dificultad, como siempre, será evaluar los riesgos. El BCE aún mantendrá su programa de compra de bonos durante todo este año y parte del próximo, con lo que el mercado de deuda seguirá intervenido. La formación de precios no refleja la calidad de los emisores y este factor no se puede olvidar para cuando el banco central deje de destinar decenas de miles de euros al mes.
La subida de tipos tendrá otras consecuencias no deseadas, pero impepinables: dificultará el pago de la deuda o las refinanciaciones de las empresas, familias y administraciones públicas que se hayan endeudado en los últimos años por encima de sus posibilidades. Y elevará los costes financieros y bajará los beneficios del resto. No es nada que no haya pasado otras veces.
En el caso se España, la crisis ha propiciado un gran desendeudamiento de familias y empresas. En cambio, la deuda pública se ha disparado hasta superar el 100% del Producto Interior Bruto (PIB). El Tesoro, que precisamente presenta mañana su estrategia de emisiones para el 2017, ha logrado reducir, como tantos otros países, el coste medio de su deuda. La prima de riesgo se ha estabilizado en torno a los 120 puntos básicos y están muy lejos las tensiones de hace cuatro o cinco años.
Esto ha ayudado al Gobierno a reducir el déficit público del Estado y el conjunto de las administraciones públicas en los últimos años sin apenas aumentar la recaudación. Pero cuando llegue el alza de tipos, deberá haber mejorado los ingresos para poder hacer frente a una factura de pago de intereses cada vez más elevados.