La industria auxiliar española se pone en alerta
El proteccionismo de Trump inquieta a los fabricantes de componentes, con fuerte presencia en EE.UU. y México
La exportación a la zona supuso más de 1.000 millones de euros en el 2015 Según en qué nivel de la cadena de valor esté la compañía, el impacto puede variar
La potente industria auxiliar del automóvil española observa el inminente relevo en la Casa Blanca con enorme preocupación. Aunque aún se está a la espera de ver qué pasa, si el futuro presidente, Donald Trump, acaba llevando a cabo las medidas proteccionistas que ha anunciado para el sector, llamando a las compañías estadounidenses a concentrar sus inversiones en casa en vez de en México, los intereses de los suministradores de componentes podrían verse seriamente afectados. Esto parece claro ya que su actividad depende en gran manera de las decisiones que toman los grandes fabricantes. Actualmente, según datos de la patronal Sernauto, en estos dos países hay más de 40 plantas de producción y centros de I+D+I de empresas con sede en España. En el 2015, los últimos datos completos disponibles, las exportaciones de estos productos a la región superaron los 1.000 millones de euros. EE.UU. es el segundo destino, después de la Unión Europea considerada como bloque, y México, el sexto.
El tratado de libre comercio Nafta ha sido clave para el crecimiento de estas empresas en la región. En Sernauto se valora que este pacto ha actuado como “un gran dinamizador económico” y, por ello, confían que en la nueva etapa estadounidense “se garanticen las condiciones existentes y se mejoren en la medida de lo posible”. Pero reconocen que las últimas declaraciones de Trump son inquietantes. “Las empresas están en una fase de wait and see (compás de espera) porque una cosa es lo que el presidente electo ha dicho qué va a hacer, otra lo que le dejen hacer y quizás una muy distinta la que finalmente haga”, explica Joan Tristany, director de Amec, asociación que agrupa a compañías industriales internacionalizadas, que ve claro hacia dónde apunta la futura Administración: hacia los grandes fabricantes estadounidenses –Ford, General Motors y Chrysler, esta última ahora en manos de la italiana Fiat– y hacia México, que, según esta posición, debería perder inversiones de estas marcas en favor de Estados Unidos.
Si el cierre de fronteras que el presidente electo norteamericano quiere implantar se lleva a un extremo, la cadena de valor de la industria auxiliar del automóvil quedaría tocada ya que una parte considerable de la producción para toda la región se hace en México. Y podría producirse un efecto dominó. “Existe el riesgo de que haya una escalada de proteccionismo que, al final, perjudicaría a todos los consumidores a nivel mundial porque subiría los precios finales de los productos”, advierte Tristany. Este fenómeno, en la automoción, podría tener consecuencias indeseadas para los estadounidenses ya que los coches fabricados en Estados Unidos y, además, con más componentes suministrados desde ese mismo país, serían también más caros para ellos.
Sin embargo , el impacto de esta política neoproteccionista no afectaría a toda la industria auxiliar por igual. El catalán Grupo Relats tiene una planta de producción en el estado mexicano de Guanajuato, con un centenar de empleados, donde fabrica material para cables. “Somos un proveedor de segundo nivel (TIER-2) y desde México servimos a otros proveedores de primer nivel de una zona amplia que incluye Estados Unidos”, explica su presidente, Pere Relats. Este estadio de la industria suele emplear a un número importante de trabajadores y sus costes son sensiblemente menores en un país que en otro. “Nosotros –prosigue Relats– no somos tan intensivos en mano de obra como en capital. Nos implantamos donde está nuestro cliente porque así reducimoscostes y, así, vendemos la mayor parte de nuestra producción de México en ese país, aunque si se sigue la cadena de valor, al final mucho cableado llega a EE.UU.”. Este empresario no se imagina que el cierre de fronteras anunciado por Trump pueda llegar a este nivel de la actividad y asegura que por el momento se mantiene la inversión prevista en México para ampliar las instalaciones existentes, “aunque –enfatiza– estamos muy expectantes”.
En otra de las firmas catalanas implantadas en la zona, Ficosa, participada por la japonesa Panasonic, se comparte la preocupación por lo que pueda ocurrir a medio plazo, aunque consideran que la afectación en su caso no sería tan directa como en otras empresas. Este grupo es un proveedor de primer nivel (TIER-1) de modo que sus productos, principalmente espejos retrovisores, se envían a las plantas de ensamblaje de vehículos. “Producimos en los dos países, en Estados Unidos y en México, para los coches que se fabrican en cada país”, explica Xavier Pujol, consejero delegado. En el primero, el grupo cuenta con tres plantas (dos en Tennessee y una en Kentucky) y un centro de I+D+I en Michigan, que suman unos mil trabajadores, y en el segundo, otras dos factorías en Monterrey, una de ellas también centro de I+D, con una plantilla conjunta de 750 personas.
Otras compañías españolas con presencia destacada en la zona son Grupo Antolín, con sede en Burgos, que fabrica techos, puertas, asientos, paneles de instrumentos y elementos de iluminación, entre otros productos y que dispone de 15 instalaciones (nueve en Estados Unidos y seis en México), y Gestamp, de Madrid, con diez implantaciones (seis en el primer país y cuatro en el segundo) donde produce componentes metálicos para carrocerías, chasis y mecanismos.
El crecimiento del mercado en la región para las empresas de componentes españolas ha sido importante en los últimos años y, al menos hasta ahora, sigue creciendo, con porcentajes superiores al 15%, según Sernauto. Si los planes de Trump salen adelante, las inversiones en México podrían frenarse e incluso cancelarse. Lo que parece más complicado es que vaya a haber desinversiones a corto plazo. “No es sencillo llevarse fábricas de este sector de un país a otro, cuesta mucho dinero y requiere tiempo”, recuerda Joan Tristany, director general de AMEC. Según como se concrete la política industrial y comercial de EE.UU. y el lugar en el que quede su vecino del sur, las cosas pueden derivar en una fuerte caída de la actividad y de la inversión. Por el momento, en el sector aseguran que la situación generada ya está enfriando las perspectivas.