Como el telar de Penélope
La reversión de las reformas realizadas durante los años de la crisis se convierte en el objetivo del PSOE y de Ciudadanos para el 2017
Una drástica marcha atrás podría acabar con el crecimiento antes del saneamiento de las cuentas públicas
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, se ha quedado afónico de tanto advertir querevertir las re formas estructurales quese hicieron enla legislatura anterior para salir de la crisis sería un gravísimo error. La amenaza estuvo latente ante la posibilidad de que se formase un gobierno alternativo al del PP. Los inversores respiraron en paz cuando finalmente Mariano Rajoy pudo formar gobierno gracias al apoyo de Ciudadanos y a la abstención del PSOE. Sin embargo, el peligro no se ha conjurado. Muy al contrario, todo hace pensar que el precio político que Rajoy tendrá que pagar por seguir ocupando el poder es deshacer gran parte del o que había hecho.
De esta guisa, la nueva legislatura se ha convertido en el telar de Penélope. La razón hay que buscarla en la estrategia utilizada por los socialistas para sacarse la espina de la durísima oposición realizada por el PP a José Luis Rodríguez Zapatero por la forma de gestionar la crisis del 2008. Primero Alfredo Pérez Rubalcaba, y después Pedro Sánchez, demonizaron a Mariano Rajoy por ser culpable del llamado austericidio que puso enpráctica para recuperar el crecimiento y la creación de empleo.
Es cierto que el Ejecutivo tuvo que afrontar una dura devaluación interna para bajar los costes laborales y recomponer los beneficios empresariales. Sólo así facilitaba la acumulación de capital necesario para reiniciar el ciclo inversor y la generación de empleo. Hubo que cambiar las leyes laborales con pérdida de derechos adquiridos por parte de los trabajadores; fue necesario un drástico plan de recortes de gasto público; y, como no podía ser menos, hubo que subir los impuestos de la renta y del consumo. En aquella coyuntura resultaba imprescindible sanear las cuentas públicas para recuperar la confianza de los inversores que nos podían financiar la elevadísima deuda que se había acumulado como consecuencia de un déficit fiscal desbocado.
Paralelamente, había que recuperar la competitividad de nuestros productos en los mercados internacionales. Sólo así se podrían conseguir los recursos financieros necesarios para empezarapagarlo que debíamos. Pero eso exigía bajar los precios de nuestros productos. Dadas las dificultades de bajar el precio de la energía, sólo se podía lograr bajando el coste del factor trabajo.
La consecuencia de tales medidas exigidas por la Unión Europea fue una salida desigual de la crisis desigual. Quienes menos culpa habían tenido en la generación del desastre de la burbuja fueron lo que se vieron obligados a soportar la mayor parte de los sacrificios. Una injusticia que no era aceptada por una gran parte de la sociedad. Por eso, todos los partidos de la oposición sin excepción se comprometieron formalmente a cambiar la política económica que se había aplicado y reequilibrar el reparto de los beneficios de la incipiente recuperación.
El problema es que una marcha atrás drástica como la que exige ahora la izquierda podría dar al traste con el crecimiento antes de que finalice el proceso de sanear las cuentas públicas. No hay que olvidar que España sigue teniendo el mayordéficit deEuropayunade las deudas másaltas del mundo. En estas circunstancias, terminar con el austericidio y pasar al derroche sería un auténtico suicidio. Pero a los dirigentes socialistas no les queda más remedio que exigir la reversión de la política económica anterior para justificar ante sus bases que permitan a Rajo y seguir gobernando. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en un nuevo alarde de incoherencia ideológica, no ha dudado en subir se al carro. Sus exigencias populistas tienen como único objetivo evitar el desgaste electoral que produce apoyar a un Gobierno que está obligado a mantener congeladas las pensiones, las inversiones públicas o el salario de los funcionarios.
La clave es hallar un punto para reequilibrar la salida de la crisis sin poner en peligro la consolidación fiscal. Esto es lo que está impidiendo que se aprueben los presupuestos para el 2017. Comomeseñala el director ejecutivo de Fedea, Ángel de la Fuente, “el principal objetivo de la política económica del año que ahora arranca es no pifiarla”.
Ante tal panorama, algunos dirigentes del PP encabezados por José María Aznar ya han empezado a decir que si “el precio que hay que pagar para mantenerse en el poder es deshacer lo hecho, mejor sería ir a unas nuevas elecciones”... Para este viaje no se necesitaban alforjas.