Consenso energético
Dado que vivimos en un planeta en el que parece que los representantes políticos son totalmente incapaces de aprenderse el abecedario de la labor que deberían asumir al frente de la sociedad, le toca a otros estamentos realizar su trabajo teórico. Si no lo hemos entendido mal, hacer política debería significar un ejercicio de diálogo entre partes dispares, enfrentarse a negociaciones constructivas con el fin de buscar ciertos puntos de consenso destinados a lograr beneficios para la población.
Esperamos que nadie se sienta aludido especialmente por este bofetón generalizado a la clase política, pero estaría bien que alguien fuera capaz de reaccionar y se dedicara a trabajar para los ciudadanos, que son los verdaderos clientes que dan sentido a su cargo institucional. Tal crítica generalizada a los máximos representantes de la administración viene condicionada por su falta de cintura en el tema del vehículo eléctrico, una solución idónea para rebajar los índices de contaminación de la atmósfera.
Ante la tremenda inoperancia de los estamentos administrativos pertinentes que debieran dirigir el destino de Europa, ha vuelto a ser el sector privado el que ha tenido que tomar la iniciativa. Como si en nuestro continente no hubiera suficientes representantes para promover la infraestructura necesaria si se quiere que el vehículo eléctrico prolifere, se han unido algunos de los fabricantes más relevantes para crear una red de carga en las autopistas más importantes.
Rivales acérrimos en un mercado muy competitivo, estos fabricantes se han tragado el orgullo y han buscado una solución común. El Grupo Volkswagen se ha aliado con BMW, Mercedes y Ford para empezar a instalar este mismo año una red de carga eléctrica que contará con 400 centros en el 2020. La idea es acompañar el desembarco de los coches eléctricos con la lógica infraestructura que les permita viajar sin la angustia de tener que programar al detalle la regeneración energética de sus baterías.