De la globalización al proteccionismo
Efecto Trump Sus propuestas pueden afectar a la prosperidad mundial, ya que defiende la espiral de crecer a toda costa, “arruinando al vecino”
La globalización de los mercados se alcanzó a partir de 2001, cuando China pasó a ser miembro de la Organización Mundial del Comercio. Occidente descubrió que tenía que competir con productos de bajo precio y calidad creciente y China, antes de lo que se esperaba, fue la “fábrica del mundo”. El libre comercio, no obstante, indujo la prosperidad de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Después de la Gran Recesión que empezó en agosto de 2007, más de la mitad del producto mundial pudo atribuirse a los tres grandes productores, a precios de mercado.
Antes de los años de la crisis, la globalización dotó a Occidente de los mayores sistemas financieros y la expansión del comercio mundial. Los países emergentes disfrutaron de una demanda creciente de materias primas industriales y, en la fase de mayor crecimiento de China, tuvieron que suministrar al gigante asiático todo tipo de alimentos. El comercio mundial creció a ritmos que duplicaron los del producto mundial y la prosperidad parecía no tener fin.
No obstante, a medida que China dominaba los mercados mundiales con productos que competían a mejores precios, con productos de tecnologías intermedias y avanzadas se produjeron las acusaciones de los países de la OCDE porque a partir de 2012, cuando Alemania ya había superado la Gran Recesión, China exportaba acero a precios que estaban por debajo de los costes de la siderurgia de la mayoría de países europeos.
La victoria electoral de Donald Trump ha desatado los temores ante sus promesas de que va a imponer aranceles del 35% a los productos de México, desmontará el acuerdo de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México – y amenazó con imponer un arancel del 45% a los productos procedentes de China, con el argumento de que ha destruido una parte de los empleos industriales de Estados Unidos, por tener una moneda subvalorada.
La prosperidad se verá amenazada por el proteccionismo de la mayor economía del mundo. En cierto modo sería perder lo que se ganó después de la II Guerra Mundial y volver a la espiral de “arruinar al vecino” para crecer a toda costa. El programa electoral de Trump fue demoledor: a pesar de que la administración Obama consiguió rebajar el paro hasta el 4,5%, el futuro presidente pretende una política fiscal expansiva, reduciendo impuestos a los más ricos y aumentar el gasto público mediante gigantescos proyectos de infraestructuras. 2017 tendrá las elecciones generales de Francia, Holanda y Alemania y las negociaciones del Brexit. Los vientos de cola de que ha disfrutado España pueden desaparecer en cuestión de meses. Perder una parte de las transacciones de Gran Bretaña no puede tomarse a la ligera.