Thaddaeus Ropac
Thaddaeus Ropac habló desde el corazón de sus 35 años de galerista y sedujo completamente a los más de 200 asistentes que habían venido de 25 países a Talking Galleries, el simposio internacional de galeristas celebrado esta semana en Barcelona para reflexionar sobre los grandes debates de la profesión.
Recurrió su trayectoria para ir desgranando lo que él considera que son las claves de la galería global. Desde 1983 y su primera Galerie en Salzburgo, donde expuso artistas de la talla de Beuys, Warhol o Basquiat, hasta convertirse en uno de los galeristas más influyentes y respetados del mundo, con dos sedes más en París y próximamente una en Londres, un equipo de cien trabajadores y la representación de sesenta artistas.
Enamorado de la ópera, defendió que hacer de galerista es articular carreras artísticas, no vender obras de arte. Y que si bien el mundo se ha globalizado, el modelo de negocio no ha cambiado tanto en todos estos años. La misión sigue siendo acompañar al artista para facilitarle la tarea de la difusión. Unos artistas que son la clave de su expansión y en quien se tiene que creer hasta el final, conociendo sus prácticas artísticas.
Enfatizó que la dimensión no configura una gran galería ni una galería tiene que tener varías sedes para ser un referente. Consciente de que la especulación existe en el mercado del arte, cree que tenemos que crear conocedores y no inversores, propiciando personas que crean en los contenidos culturales.
Sobre las ferias dijo que están para crear conexiones con la comunidad artística y son especialmente eficientes, pero no suplen los espacios de las galerías ni la experiencia que se deriva de su visita, donde todo se ha pensado para poder ver la obra en el marco más idóneo. Concluyó diciendo que la galería todavía es el núcleo del negocio.