El Valle de Camprodon, más al alcance
Los apartamentos con jardín son el producto estrella del sector inmobiliario en esta parte del Pirineo gerundense
Las zonas residenciales más exclusivas son el paseo Maristany y las urbanizaciones La Campa y Font Rubí
Ofrece un entorno natural de postal, un patrimonio románico remarcable y un amplio abanico de actividades de ocio: excursiones, ciclismo, hípica, golf, esquí... y sin embargo, el Valle de Camprodon es uno de los menos masificados del Pirineo catalán, tanto en lo relativo a visitas como ocupación de segundas residencias.
“El perfil de comprador no ha variado mucho desde hace tiempo: cerca de un 60% procede de Barcelona, un 30% de Girona y están subiendo los franceses, por proximidad a la frontera”, explica Ferran Pereira, director la inmobiliaria de alto standing Engel & Völkers-Girona, quien destaca que “a principios del siglo XX el valle era un destino de veraneo para la alta burguesía y ahora vienen sobre todo familias de clase media que conocen la zona y priorizan descansar y disfrutar de la naturaleza en un lugar mucho más tranquilo que por ejemplo la Cerdanya, con precios ajustados y acceso gratuito en coche desde Barcelona y Girona. Valoran mucho la comodidad y lo más buscado son los apartamentos, para simplificar el mantenimiento”.
Más pragmatismo y menos lujo
Los que se deciden por una vivienda en la zona suelen tener unos presupuestos más ajustados que en otros destinos catalanes de montaña, y ser más cautelosos.
En este sentido, Jordi Monturiol, gerente de la promotora y constructora local Monturiol i Fills, señala que “el cliente que compra ahora es mucho más prudente, aunque puede elegir entre mucho producto ya hecho de calidad, bien situado y soleado a un precio razonable. Le gusta mucho el apartamento con algo de zona verde pero no quiere muchos metros de vivienda para minimizar gastos de limpieza y calefacción, e invierte poco en reformas”.
Además, Monturiol detalla que la mayoría de los compradores “tienen entre 35 y 50 años, han subido aquí toda la vida y ahora quieren su propia segunda residencia, o una minoría vivir aquí todo el año y trabajar desde casa. También hay clientes de entre 55 y 65 años que compran con la idea de trasladarse cuando se jubilen o pasar media semana aquí y media en su localidad habitual”.
En cuanto a la venta de casas unifamiliares, Monturiol incide en que “las más exclusivas cuestan entre 300.000 y 600.000 euros, aunque por debajo también se encuentran productos buenos”.
Por otro lado, sostiene que “es difícil encontrar compradores para las propiedades más caras”. Así, por ejemplo, su empresa tiene muy avanzada la rehabilitación de Can Vincke, una mansión catalogada de 1890 junto al elegante paseo de la Font Nova de Camprodon, pero han decidido dejar las obras en stand-by hasta que se defina si se mantendrá como en casa unifamiliar, si se llevará adelante un proyecto para hacer ocho viviendas de lujo o si se podría adaptar como alojamiento turístico. Tiene 884 m2 construidos, un pequeño jardín y está a la venta por 850.000 euros.
El paseo Maristany de Camprodon es la calle más selecta del municipio, donde se suceden las torres modernistas. Según Pereira, “hay bastantes cerradas pero pocas a la venta. Las más grandes pueden alcanzar los 4 millones de euros y son caras de mantener. Por eso de vez en cuando los herederos las vuelven a poner en el mercado, a menudo divididas como apartamentos de lujo”.
El mercado de alquiler se anima
Pereira asegura que “sobre todo desde septiembre notamos que vuelve a haber mucha demanda de alquiler y lo que no está fuera de mercado se alquila muy rápido”. Y según Monturiol, “por poco más de 500 euros al mes puedes conseguir un dúplex de 120 a 130 m2 en buen estado y con jardín”.
Pero lo que marca mucho las preferencias tanto de inquilinos como de compradores es la ubicación. Para Pereira, “lo más solicitado es el municipio de Camprodon, en especial la urbanización La Campa –cerca del centro, con construcciones de estilo pirenaico recientes y zona ajardinada–, y en las afueras, Font-Rubí, donde predominan las casas de madera de los años setenta”. También atraen los pueblos de Llanars y Setcases, por proximidad a Camprodon y la estación de esquí de Vallter 2000, respectivamente.