2017, ¿un buen año para las bolsas?
Si el año 2016 comenzaba con fuertes caídas bursátiles ante el pánico a una nueva caída en recesión global, con datos preocupantes en Estados Unidos, en los países emergentes y con unas materias primas a precios mínimos, este año nos encontramos con una economía que parece estar ganando tracción y con unas perspectivas de beneficios empresariales bastante positivas.
Ese panorama, sin duda, es positivo para las bolsas. Si la actividad mejora, la inflación se mueve en terreno ligeramente positivo y los tipos se normalizan a un ritmo asumible, estaríamos hablando de un año de ganancias para los inversores. Pero, como siempre, existen también factores de riesgo identificables, por lo que no hay que dejar de lado una cierta dosis de prudencia.
Quizás la mayor preocupación a corto plazo va a seguir estando en el terreno de la política, ya que el 2017 esconde varios elementos con potencial para introducir volatilidad: elecciones en muchos países de Europa, el comienzo de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos y su agenda para los primeros meses de mandato, el desarrollo de las negociaciones para el Brexit y el cónclave del Partido Comunista en China. Todas estas realidades se irán sucediendo a lo largo del año y, sin duda, darán que hablar. Ese frente, como bien nos ha demostrado el 2016, es realmente imprevisible y las sorpresas pueden estar servidas.
Desde un punto de vista más económico, la atención la centrará la actuación de los bancos centrales. En Estados Unidos, tendrá que confirmarse que la Reserva Federal será capaz de subir los tipos de interés en tres ocasiones a lo largo del año sin armar demasiado revuelo. Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo tendrá que ser capaz de comenzar a retirar sus estímulos monetarios sin mayores contratiempos.
Para que ambas cosas puedan darse sin sobresaltos, la economía tendrá que ganar suficiente impulso como para asumir esos mayores costes de financiación sin sufrir en exceso, algo que plantea dudas razonables, dado el elevado nivel de endeudamiento que tienen los países desarrollados en su conjunto. Ambos procesos, además, tendrán que ser bien asumidos por las economías emergentes, algo que estará muy íntimamente ligado al nivel de volatilidad que se introduzca en el mercado de divisas.
Si todo lo anterior se conjuga razonablemente, los activos de riesgo deberían funcionar bien a lo largo de este año. Iniciamos el 2017 ligeramente sobreponderados en el terreno de la renta variable, con especial interés por los sectores más cíclicos —como financieros, industriales o energía— y mitigando, en la medida de lo posible, la exposición a tipos de interés.
No apostamos por la deuda a largo plazo ni de alta calidad, por la inexistencia de diferenciales de crédito que puedan absorber la subida de los tipos de interés, y centramos la atención en renta fija en crédito de calidad media, a plazos cortos, y de compañías con fuerte capacidad de generación de caja.