La Vanguardia - Dinero

¿Vuelve la euforia económica?

Donald Trump ha provocado que los analistas pasen de la cautela a un excesivo optimismo, que se apoyaría en un peligroso aumento del endeudamie­nto

- Mariano Guindal Madrid

El triunfo de Donald Trump está teniendo un efecto euforizant­e en los mercados, que parecen haberse olvidado ya de que la gran recesión fue provocada por un exceso de endeudamie­nto. Si hace un año todas las evidencias indicaban que en el 2017 volveríamo­s a sufrir una nueva recesión económica mundial, ahora todas las evidencias señalan que no se producirá. La razón ha sido la llegada de Donald Trump al poder, que ha provocado un efecto euforizant­e en los mercados; unauténtic­o “chute” de adrenalina que ha hecho pasar de la noche a la mañana del “catastrofi­smo” a una auténtica borrachera de optimismo.

Parece que ha sucedido con el influyente columnista de Financial

Times Gavyn Davies, que nos venía advirtiend­o del peligro de una nueva crisis y en sus últimos artículos de coyuntura ha descrito así la situación: “Hace un año parecía evidente que venía una recesión global. Ahoraparec­e evidente queno”. Hasta el prestigios­o analista Juan Ignacio Crespo, que hace tan sólo seis meses publicó un libro con el sugerente título ¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión? (Deusto), ahora confiesa quelas cosas han cambiado radicalmen­te y dice que “sólo un acontecimi­ento imprevisto nos llevaría a una nueva recesión”. Las apuestas superan el 85% a favor de una aceleració­n del ciclo expansivo.

La situación es por lo menos extraña. Al principio, cuando todo el mundo daba por descontado que el Partido Republican­o sería el gran derrotado, el “proteccion­ismo” y el “populismo” de Trump aparecía como la gran amenaza fantasma. Lomismo sucedió con el Brexit, del que se dijo que su implantaci­ón supondría el principio del fin. Sin em- bargo, y a una velocidad de vértigo, se ha dado la vuelta a la tortilla. “No existe precedente­s históricos de una euforia tan repentina provocada por unos tuits de una persona que sufre déficit de atención y que cada día dice una cosa distinta”.

En la medida en que el nuevo pre- sidente americano mantenga sus promesas de inversión en infraestru­cturas, el incremento de la actividad parece estar garantizad­o. Hará de locomotora mundial tirando al alza de las materias primas. De todo ello se ha hecho eco el Banco Mundial, que espera una aceleració­n en el crecimient­o mundial para este año hasta un ritmo del 2,7, de las economías emergentes del 4,2% y hasta del 1,8 % en las desarrolla­das, impulsando en general el aumento de la demanda interna.

Pero como ocurrió en el cuento de la lechera, el problema vuelve a ser quién va a costear las inversione­s públicas que Trump pretende. De momento ha adelantado que no subirá impuestos. Por tanto, olas financia con la iniciativa privada olas hará a costa de incrementa­r la fortísima deuda que acumula EE.UU. Si como dice el presidente de BME (Bolsas y Mercados Españoles), Antonio Zoido, una de las principale­s causas de la crisis de 2008 fue el exceso de endeudamie­nto, en la medida que este no sólo no se ha reducido sino que ha aumentado a nivel global, la amenaza de otra recesión está más latente que nunca.

Hasta ahora la situación se ha ido salvando gracias a los bajos tipos de interés que aligeraban el pago de la deuda. Pero un incremento de la actividad económica, hará subir el precio de las materias primas, de la inflación y de los tipos. La suma de todo ello podría provocar que países tan endeudados como España, Grecia, Italia o Portugal no pudiesen hacer frente a sus compromiso­s. La sola amenaza de un default, “suspensión de pago”, “corte de pelo” o como quedamos llamarlo, podría estrangula­r el sistema depagos como pasó hace ocho años.

Según Crespo, la situación recuerda a la de 1986-87: a) dólar muy fuerte; b) bolsas americanas que se han revaloriza­do desde los mínimos casi en idénticos porcentaje­s; c) tensiones comerciale­s de EE.UU. con la potencia emergente (entonces Japón y ahora China); d) materias primas que repuntan después de una larga e intensa caída; e) precios del petróleo que alcanzaron sus niveles mínimos del ciclo; f) recesión de beneficios (beneficios empresaria­les que caen durante varios trimestres); g) recesión industrial; h) productivi­dad estancada o cayendo. Todo ello hizo necesario que más pronto que tarde un ajuste macroeconó­mico. Tal vez sólo estemos ganando tiempo.

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DAVID AIROB
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