Trump y sus contradicciones
Maquiavelo recomendó al príncipe que era mejor ser temido que amado. Al nuevo presidente no le basta con sembrar el temor con un proteccionismo a ultranza. En el programa electoral sostuvo que la deuda soberana de Estados Unidos era una pesada carga para los ciudadanos y el país. Un dólar fuerte haría posible reducir la carga de intereses y a la vez amortizar una parte de la deuda viva, que está en manos de China, Japón y algunos países exportadores de petróleo, miembros de la OPEP.
Pero su representante en la reciente cumbre de Davos, A. Scaramucci, dijo abiertamente la pasada semana que un dólar fuerte perjudicaría la economía doméstica y sería un impedimento para inducir las exportaciones que deben crear nuevos puestos de trabajo en la industria americana. Desde luego, un dólar fuerte encarecerá en España las importaciones de petróleo y gas natural y, de manera directa, aumentará los precios de la energía eléctrica que se produce en plantas de ciclo combinado. Pero lo que sin duda tendrá consecuencias más graves a corto y medio plazo será la imposición de aranceles del 35% a los automóviles que se fabriquen en México para el mercado de Estados Unidos. Catalunya tiene una importante industria auxiliar del automóvil, situada en el entorno del área metropolitana y puede perder las exportaciones de accesorios que hasta ahora abastecían las cadenas de montaje de las fábricas de México y uno de los grupos más poderosos, a través de acuerdos con industriales de Japón que tienen plantas en Estados Unidos, puede perder también una parte de lo que les suministraba. Algunas estimaciones sitúan las pérdidas por encima de mil millones de euros anuales.
Es más difícil estimar las exportaciones que Catalunya puede perder destinadas a China, porque nuestros fabricantes podrían verse afectado por el arancel del 45% con el que amenaza el presidente Trump a las fábricas de automóviles del gigante asiático cuando intenten vender a Estados Unidos, a pesar de que el yuan se deprecie contra el dólar. Por primera vez, un presidente de China participó en Davos. Xi Jinping aprovechó la oportunidad para proclamarse a favor del libre comercio y la economía global, sin mencionar al presidente Trump ni sus políticas. “Los problemas que perjudican al mundo no los ha causado la globalización” dijo, porque no son el resultado inevitable de la globalización. Y fue categórico al afirmar: “Nadie ganará en una guerra comercial y China no empezará una guerra de divisas”.
Pero China puede perder su credibilidad si sigue exportando acero a precios por debajo de costes a Europa. ¿Deberíamos negociar con China? La ruta de la seda ya es un camino viable, según destacó Vanguardia Dossier. |
Aranceles Las cargas que pretende el presidente de EE.UU. para México y China afectarán a la industria auxiliar del automóvil de Catalunya