Taché en Sant Cugat
Carles Taché ha encarnado en Barcelona desde hace muchos años el prototipo de galerista comprometido con sus artistas y con la contemporaneidad. En su galería de Consell de Cent –que abrió en el año 1986– y ahora en el espectacular espacio de la calle Mèxic, han expuesto los grandes artistas españoles y una buena representación de artistas internacionales de primer nivel.
Estos días presenta al Centre d’Art Maristany de Sant Cugat del Vallès, la ciudad donde reside, una exquisita exposición de una docena de obras de los artistas con quienes viene trabajando, con la voluntad de dar a conocer cómo y qué comunican los creadores en la actualidad. Encontramos obras muy singulares, algunas de su colección particular, como uno irónico teatrillo de Joan Brossa, de quien fue buen amigo; unas chocantes fotografías de Alberto García-Alix; pinturas de Palazuelo, Campano y Arroyo; una delicada suspensión de la inglesa Cornelia Par- ker; o un libro en bronce exquisito de Antoni Tàpies. La muestra denota su buen ojo, no solamente para descubrir buenos artistas sino para identificar sus mejores obras.
La exposición pone de manifiesto una vez más el papel clave del galerista sensible en la patrimonialización de obra de sus artistas. Obras que se mantienen al margen del circuito comercial y que el galerista apasionado guarda y estima celosamente. Soy de los que cree que detrás de todo buen galerista hay un coleccionista conocedor y apasionado. De aquí que tenga siempre tanto interés conocer las colecciones privadas de aquellos que hacen del arte su profesión.
Las costuras de galerista o marchantedice que le quedan pequeñas. Él, que también es editor, se siente más cómodo con el término compromisario de las artes visuales, entendido como aquel profesional creativo que tiene la misión de vertebrar las carreras artísticas, de hacer posible sus proyectos artísticos.
Detrás de un galerista hay un coleccionista conocedor y apasionado