El auténtico debate es la inflación
Idas y venidas en la cotización de las bolsas, en los tipos de interés, en las divisas. Es lo que estamos viendo desde que el candidato republicano Donald Trump se alzara con la victoria en las elecciones presidenciales estadounidenses del pasado mes de noviembre. Pero realmente el debate y la expectativa que está moviendo los mercados es el de inflación.
Vivimos un periodo de inflaciones más elevadas que las observadas en los años anteriores, causadas fundamentalmente por el fuerte repunte en los precios del petróleo. No porque el petróleo esté especialmente caro –que no lo está–, sino porque estamos comparando los precios actuales con los de hace un año, que eran anormalmente reducidos y causados por un exceso de oferta que los productores de crudo no alcanzaban a corregir por inexistencia de un acuerdo común para ajustarla.
De modo que este periodo de inflaciones al 2 por ciento en el conjunto de Europa —3 por ciento en el caso de España—, que se mantendrá o incluso incrementará algo más en las próximas lecturas, revertirá rápidamente a no ser que el precio del crudo siga escalando a niveles que a día de hoy parecen poco realistas, en la banda de los 80 dólares el barril. Es improbable que eso pueda ocurrir, así que a partir del mes de mayo veremos de nuevo cómo cae la inflación.
Esto no es ningún secreto, se descuenta. Lo que preocupa es si habrá otras fuerzas con capacidad para subir la inflación, como la subida de los salarios o el cierre del conocido como
output gap (en español, brecha productiva), que marca la diferencia entre el producto interior bruto real y el producto interior bruto potencial o si el crecimiento de la demanda agregada es superior al de la oferta agregada, y que a día de hoy es negativo.
Crecimiento económico
El debate es si, superado este momento de inflación causada por la variación de los precios del petróleo a doce meses, veremos una economía capaz de crecer, generar inflación en niveles adecuados y, por tanto, reducir sus niveles de deuda y normalizar sus políticas monetarias, empezando por los tipos de interés.
En este sentido, los anuncios de la nueva Administración Trump de bajar impuestos, invertir en infraestructuras y reindustrializar el país dan más probabilidades de generar ese crecimiento y esa inflación en la primera economía mundial. Pero, al mismo tiempo, las medidas anunciadas y sus consecuencias suscitan dudas sobre el impacto que eso tendría en el resto del mundo, tanto por la adopción de medidas proteccionistas o limitaciones al comercio, como en la propia economía estadounidense por la vía de la apreciación del dólar y la pérdida de competitividad a medio plazo.
En función de si eso ocurre o no, y de la velocidad a la que pueda ocurrir, se definirá la actuación de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en materia de tipos de interés. Y eso tendrá, a su vez, impacto en las valoraciones de casi todas las demás cosas.