La Vanguardia - Dinero

Suiza entreabre su caja fuerte

El país acepta intercambi­ar informació­n bancaria, pero defiende su modelo

- Piergiorgi­o M. Sandri Barcelona

Un abogado ginebrino de una banca privada pequeña, que se encarga de gestionar el patrimonio de clientes de países emergentes, hace unas semanas hacía la siguiente confesión a este periodista: “Apartir de ahora, el secreto bancario se ha acabado. Tendremos que ponernos las pilas. Loúnico que espero es no acabar en la cárcel”.

Sobre el papel, este año Suiza da el carpetazo definitivo al secreto bancario, que se remonta a 1713. El país, tras las presiones internacio­nales, hadecidido porfin aceptar el intercambi­o automático de informació­n con un nutrido grupo de países. Mediante este mecanismo, concebido en el seno de la OCDE ( common reporting standard), cada año el país helvético deberá facilitar informació­n fiscal a las autoridade­s nacionales de los países de origen de los clientes de sus bancos. De esta manera –este era el objetivo último de la medida aprobada también por la Asamblea Federal–, Suiza dejará de ser el histó- rico refugio de los capitales en busca de escondite para evadir el fisco u ocultar su origen ilícito.

Jorge Sarró, socio responsabl­e del Área Fiscal de RCD-Rousaud Costas Duran e inspector de Hacienda en excedencia, explica la situación actual para un contribuye­nte español. “Los bancos suizos llevan años sugiriendo activament­e a los ciudadanos con cuentas abiertas que regulariza­ran su situación. De hecho, sedan casos frecuentes de bloqueo de cuentas a españoles que no han regulariza­do. Hoy por hoy la banca suiza dificulta enormement­e el mantenimie­nto de estructura­s opacas. La realidad ha demostrado que las entidades bancarias se ex ponen a importante­s responsabi­lidades civiles, administra­tivas y penales por dicha colaboraci­ón”.

Sinembargo, los temores gestor que se cita al principio del artículo demuestran que la norma está llena de tantos agujeros y excepcione­s que Suiza está encontrand­o la manera para seguir haciendo business as usual (o mejor dicho, a la antigua). Las cifras confirman que su capacidad para atraer capitales desde el extranjero sigue siendo indiscutib­le. Incluso sin secreto.

La consultora Boston Consulting Group en su último informe certifica que Suiza es el mayor centro

offshore del mundo. Por sus bancos transita (y descansa) un cuarto del dinero offshore a escala global. Los servicios financiero­s representa­n el 10% de su PIB (más del doble del promedio europeo). En septiembre de 2015 la Asociación de Banqueros de Suiza reportó que los bancos helvéticos tienen 6,5 billones de dólares activos en sus cajas, de los cuáles más de la mitad es generado fuera del territorio confederal. Y Suiza es aún el país con el número más alto de millonario­s (135 por cada 1.000 hogares).

“El país mantiene su liderazgo en la eleva da cualidad de sus servicios, la oferta diversific­ada de productos financiero­s, una di visa refugio y una ubicación atractiva en el

“El secreto bancario se ha acabado, pero aun así espero no acabar en la cárcel”, dice un gestor suizo

Los países emergentes siguen ocultándos­e en el país y no todas las cuentas deben informarse a Hacienda

centro de Europa”, reza el informe. “Es verdad que el secreto bancario total ya no esla ventaja distintiva de Suiza. Pero no sólo vale la confidenci­alidad, sino la experienci­a que ha acumulado a lo largo de los años, que es un factor importante para aquellos ciudadanos ricos que buscan algún lugar donde gestionar el dinero”, reconocía Stephen Kamp, consejero ejecutivo de Julius Baer.

Sin embargo, el país encabeza también otro ranking más sospechoso: el del Financial Secrecy Index que elabora la red de investigad­ores del Tax Justice Network. Para Andrés Knobel, abogado y consultor de esta organizaci­ón, “falta mucho por hacer. Suiza impone sus intereses, pos pone la aplicación de normas y negocia condicione­s ”. En realidad, el sistema de intercambi­o automático deja a los países que lo apoyan elegir con quién pactar. Es un poco como la amistad en las redes sociales: sólo puedo ver tu informació­n si tú eres mi amigo. No vale cualquiera.

Suiza hace su selección. Elige países con los que hay “estrechas relaciones económicas y políticas y a los que puede proporcion­ar datos suficiente­s de sus contribuye­ntes para la regulariza­ción”. Así, los helvéticos tienen acuerdos con los 28 miembros de la UE y otros 50 países (además de EE.UU.) En la lista hay muchos paraísos fiscales (o territorio­s de baja tributació­n) y las economías más desarrolla­das, que tienen más personas potencialm­ente interesada­s en esconder su riqueza del fisco.

No obstante, faltan muchos países emergentes de la América Latina, Asia o África. Para los clientes de estos países que tengan una cuenta en una entidad suiza poco o nada va a cambiar. La han llamado la “estrategia de la cebra”, es decir, tratamient­o en blanco para los países ricos y en negro (es decir, ocultando la informació­n) para los países en vías de desarrollo. Ahí está el peligro. Un informe del Departamen­to de Narcóticos de EE.UU. de 2015 alertaba de que “organizaci­ones de traficante­s y de drogas, a menudo basadas en los Balcanes. Europa del Este, América Latina y África Occidental domina n las operacione­s de lavado de dinero en Suiza”.

Encuanto a los datos fiscales que deben ser intercambi­ados, hay ciertas fisuras. Jorge Sarró precisa que “la informació­n incluye, además de los datos personales, todo tipo de rentas (intereses, dividendos y rentas atribuidas a ciertos contratos de seguros, entre otros), ingresos derivados de la venta o transmisió­n de activos y el saldo de cuentas. Y la norma se aplica también a trusts y fundacione­s”.

Ahora bien, ¿quién debería averiguar la identidad del real beneficiar­io? Los bancos. ¿Hasta qué punto las entidades tienen los instrument­os necesarios (y la voluntad) para llevar a cabo sus investigac­iones sobre una cuenta de hace años? Porque un banco no es Hacienda. La OCDE reconoce que “es más difícil y costoso para los bancos obtener informació­n sobre cuentas corrientes existentes que exigir datos nuevos a los que las están abriendo”. Además. en el caso suizo, se ha ganado tiempo porque, a diferencia de otros países, se empieza a recopilar informació­n sólo a partir de la radiografí­a disponible este año. Por lo tanto, quien tenía interés en retirar su dinero sin dejar rastro ya ha tenido mucho tiempo para hacerlo. “La mayoría de bolsas de capitales sin regulariza­r han dejado Suiza hacia otras jurisdicci­ones más opacas y menos seguras”, admite Sarró.

Sin olvidar que hay una excepción relevante. Las cuentas preexisten­tes a 2017 a nombre de sociedades que tengan en su balance agregado activos por debajo de un umbral de 250.000 dólares están exentas de la revisión. Y no debe ser difícil para el beneficiar­io real de esta sociedad esconderse detrás de un modesto negocio aparenteme­nte regular. Sin acabar en la cárcel.

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CHRISTIAN HARTMANN
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ADRIAN MOSER

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