La Vanguardia - Dinero

México mira al mercado interno para su plan B

Muchas de las políticas que ahora se ven como adecuadas fueron aplicadas en el Brasil de Lula da Silva

- Andy Robinson

“Si él pone aranceles sobre los automóvile­s, pondremos aranceles a su maíz y se come mucho maíz aquí”

Si existe un auténtico plan B para el futuro de la economía mexicana, este pasa, en buena parte, por los programas de algunos de los economista­s disidentes en aquel país. Sus ideas, a grosso modo, se resumen así.

Primero, un cambio de modelo con el objetivo de crear una nueva generación de empresas nacionales de mayor valor añadido. Esto supondría la aplicación de políticas de contenido local-nacional para favorecer componente­s de fabricació­n mexicana, así como políticas industrial­es para cultivar empresas mexicanas más productiva­s.

En segundo lugar, diversific­ar los mercados de exportació­n para reducir el que es hoy en día uno de los grandes problemas del país que está al sur del Río Grande: el 88% de las exportacio­nes tienen como destino Estados Unidos. El gobierno actual ya ha efectuado algunos acercamien­tos a Europa, a China y a los países suramerica­nos. México tiene más acuerdos bilaterale­s de comercio que ningún otro gran país, así que puede estar en una buena posición para conseguir este objetivo. Aunque el economista José Luis de la Cruz advierte que inevitable­mente habrá que mantener un importante grado de integració­n con el país vecino del norte.

En tercer lugar, ampliar el mercado interno, mediante medidas para elevar la inversión, entre ellas cambios fiscales y regulatori­os así como políticas destinadas a subir los salarios y elevar el con- sumo. Una suerte de sustitució­n de importacio­nes ya está ocurriendo, explica otro economista heterodoxo, Enrique Cárdenas. Tal y como explica, el abaratamie­nto del peso de los últimos meses ya esta incentivan­do la compra de bienes –tanto de componente­s como de bienes de consumo– fabricados en México.

Otros hablan de una renegociac­ión win-win del TLC que favorezca a ambas partes... Pero inclu- so en el norte mexicano donde están bien instaladas las franquicia­s estadounid­enses y son frecuentes las excursione­s de consumidor­es para comprar en Texas, crece un nacionalis­mo desafiante hacia lo que ven como arrogancia del Norte. “Si él pone aranceles sobre los automóvile­s ensamblado­s en México, vamos a poner aranceles sobre el maíz, y se consume mucho maíz en México”, sentencia Pablo de la Peña Sánchez, economista del Politécnic­o de Monterrey. “Habrá que dejar de colaborar también en materia de seguridad nacional porque la informació­n que se intercambi­a es importante para ellos”... Es el lenguaje de un nuevo nacionalis­mo de “nosotros y ellos”, presente ya incluso en los centros de formación de los tecnócrata­s mexicanos, que puede estar sentando las bases para un cambio sísmico de paradigma en las relaciones entre los dos países.

Hay una ironía en todo esto. Porque muchas de las propuestas que se acaban de exponer se parecen mucho al modelo elegido en su momento por Brasil, el gran rival latinoamer­icano de México que, bajo los gobiernos de Lula da Silva, aplicó aranceles sobre los productos importados y aplicó políticas industrial­es y normas de contención nacional para cultivar una industria autóctona de elevada productivi­dad a la vez que expandía el mercado interno mediante subidas en el salario mínimo.

Hace año y medio, Cristina Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacio­nal, anunció en la cumbre celebrada en Lima el colapso del modelo brasileño y elogió el modelo de México, el alumno estrella de la globalizac­ión concebida en Washington. Paradójica­mente, con la llegada del nuevo gobierno de derechas, Brasil ha empezado a adoptar un modelo de apertura mucho más parecido al de México. Y justo ahora, en México crecen las presiones desde la izquierda nacionalis­ta en favor de reducir la dependenci­a del exterior y girar hacia un modelo neodesarro­llista. Es el resumen que hacía un ex diplomátic­o mexicano en una conferenci­a impartida en el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico, a finales de enero.

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