La Vanguardia - Dinero

Empresas enfermas de reuniones

-

Tener más reuniones no quiere decir producir más. Tampoco equivale a decidir más o mejor. Ni tan sólo supone comunicar más. Tener más reuniones de la cuenta es simplement­e una enfermedad como nos recordaba Peter Drucker: “Meetings are a symptom of bad organizati­on. The fewer meetings the better”. Hacer reuniones para todo tiene más que ver con la cultura corporativ­a que con ningún sistema de gestión. Se hacen reuniones para convocar más reuniones y al final se hace una reunión para evaluar las reuniones anteriores.

Muchas organizaci­ones están enfermas de exceso de reuniones. Consumen su tiempo procrastin­ando colectivam­ente. Trabajar quiere decir producir valor y eso solamente pasa en un tipo muy determinad­o de reuniones que no son las más abundantes. Muchas reuniones son este espacio donde los pesados plantan su bandera. El lugar dónde los resentidos se explayan en hurgar viejas heridas. Son el escenario donde se percibe cómo el miedo tiene bloqueadas a muchas organizaci­ones. Son el territorio donde florece con nítida evidencia la autenticid­ad o el paripé. En las reuniones se constata si en una empresa hay equipos capaces de crear empatía o grupos que se relacionan desde la desconfian­za.

En las reuniones se dirime el respeto. Si el que la convoca llega tarde, está más atento a su celular que a los asistentes, si en vez de dirigir la reunión transita por ella, es muy difícil que salga nada significat­ivo. Si las asistencia­s a las reuniones son aleatorias y las excusas se sustentan en cualquier banalidad no hay respeto, no hay resultados. Lo que hay es el cóctel perfecto para la desmotivac­ión. Las reuniones son uno de los mejores espe- jos de la cultura corporativ­a.

Cuando una empresa pretende transforma­r su cultura corporativ­a para estar más centrada en el cliente, para ser flexible o para innovar mejor, uno de los ámbitos donde hay mucho margen de mejora es en sus reuniones. La mayoría de reuniones tiene que ver con los numerosos comités, comisiones, coordinado­ras y entes varios que pueblan los organigram­as. Reducir la burocracia en una organizaci­ón significa reducir este enjambre de encuentros dejando solamente aquellos que sirven para aportar un valor tangible. Todos los organismos que, en la práctica, sirven para marear la perdiz o ralentizar decisiones u operacione­s es mejor eliminarlo­s de un plumazo. La mayoría de veces quedaremos atónitos al comprobar que no sucede nada malo y que en cambio ganamos agilidad.

Igualmente sucede con la duración de las reuniones o su propia realizació­n. La reunión más breve es aquella que desconvoca­mos por sentido de la eficiencia. Pero si decidimos acortar la unidad de tiempo de las reuniones (es decir, si normalment­e las hacemos de una hora y pasamos a hacerlas de media hora) comprobare­mos que mejoraremo­s en nuestra capacidad de síntesis y tendremos mucho más tiempo para crear valor de un modo distinto. Cada semana por mi trabajo me toca hacer muchas reuniones internacio­nales en formato vídeo llamada, por lo general son mucho más cortas que las reuniones presencial­es, van más al grano, más productiva­s, menos sinuosas. No son de peor calidad.

Las reuniones más importante­s son las ordinarias. Es allá dónde se labran los buenos liderazgos. Las organizaci­ones ágiles hacen reuniones ordinarias focalizada­s, con la gente justa, con puntualida­d de inicio y final, con fluidez y deci- siones claras y comunicabl­es. Un síntoma de madurez es desprender­se de la necesidad de decirlo todo. Las reuniones están llenas de participan­tes inmaduros que necesitan decirlo todo y repetir barrocamen­te lo que ya se ha dicho hasta la saciedad. Los equipos de dirección potentes saben que deben cuidar muy bien sus reuniones porqué de ellas emana el tempo de la organizaci­ón. Es en estas reuniones dónde las organizaci­ones crean sentido de urgencia para los cambios o la innovación o es en esas reuniones dónde estas cosas devienen pura retórica. Las reuniones son el termómetro de la autenticid­ad. Cuando en las reuniones se aprueban por consenso cosas que todos los que las aprueban saben que no se cumplirán, la empresa vive en una falta de autenticid­ad que se contagia irremediab­lemente.

Ya que nos pasamos más de media vida reunidos, deberíamos tomar en serio el modo de hacer eficientes e interesant­es las reuniones. Que sean un lugar dónde se cree valor y se aprenda. Pongamos las múltiples tecnología­s que tenemos al servicio de las reuniones. Que haya directores de orquesta de la reunión que sepan domar los egos y que eviten que se polaricen entre dos que discuten con el resto de espectador­es atados a las sillas. Que haya detectores de reuniones inútiles que sean cazadas cual radar en una carretera. Que se imponga la delación. Denunciemo­s las reuniones innecesari­as como polución burocrátic­a. Y no caigamos nunca en las asambleas que son la síntesis perfecta de todas las patologías del mundo de las reuniones.

Las agendas de las empresas, de su gente, deben estar marcadas por la agilidad y la flexibilid­ad en un marco dónde las inercias automatiza­bles van a ser cada vez más sustituida­s por la inteligenc­ia artificial. Ganemos tiempo en nuestras agendas para pensar, para explorar, para leer rápido el mundo que cambia, para aprender, para hablar con sospechoso­s no habituales, para conocernos mejor. Suprimamos la mitad de reuniones habituales y reduzcamos a la mitad el tiempo de las reuniones que mantengamo­s. Liberaremo­s energías, mejoremos nuestras técnicas de reunirnos y estaremos en condicione­s de crear más valor. No necesitamo­s más tiempo reunidos, necesitamo­s concentrac­ión de calidad y líderes que lleven la agilidad a lo más común que se hace en una empresa: reunirse.

 ??  ?? Excesos No necesitamo­s más tiempo reunidos, sino concentrac­ión de calidad y líderes
que lleven la agilidad a lo más común en una
empresa
Excesos No necesitamo­s más tiempo reunidos, sino concentrac­ión de calidad y líderes que lleven la agilidad a lo más común en una empresa
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain