El mercado brasileño
Después de unos años de crecimiento desmesurado, Brasil encadena una crisis con otra y el mercado del arte pide cierta estabilidad para asentarse, sobre todo porque el suyo es un mercado pequeño y muy local, donde el 80% de las transacciones se hacen a escala estatal. Lo que no significa que a nivel creativo ciudades como São Paulo estén en un muy buen momento. En medio de las continuas manifestaciones políticas y del caos organizado que supone una ciudad de más de 20 millones de habitantes, se aprecia cómo el ecosistema cultural sigue funcionando, las galerías luchan por posicio- nar a sus artistas y los espacios artísticos independientes aportan miradas alternativas.
Preocupados por la necesidad de internacionalización, la semana pasada se celebró el simposio Galerias em debate, bajo los auspicios de Talking Galleries Barcelona, donde se profundizó en el papel de las galerías, estrategias de posicionamiento, las ferias como elemento clave y la necesidad de una tributación justa que no quite competitividad.
Los espacios de las galerías paulistas son impresionantes, y la ciudad juega con la ventaja –respecto a Río y otras capitales de la región– de ser la gran plaza financiera de Sudamérica, lo que la ayuda mucho a activar el mercado.
Estos días la ciudad ha celebrado su feria: SP-ARTE, la mayor del Cono Sur, que atrae desde el 2005 buena parte del coleccionismo sudamericano. Las galerías locales asisten con sus mejores propuestas. Destacan Vermelho, Fortes de Aloia & Gabriel, Leme, Luciana Brito, Mendas Wood DM, Nara Roesler, Zipper, Luisa Strina, Jacqueline Martins o la catalana afincada en Brasil Maria Baró.
Con esta potente escena emergente todo hace pensar que Brasil tiene mucho futuro en la escena artística global en la medida en que la situación política y económica ayude.