La Vanguardia - Dinero

Javier Díaz Jiménez

- Javier Díaz Giménez Profesor del ISES, Universida­d de Navarra

¿Quo vadis Europa?

En el 2014, China adelantó a Estados Unidos y se convirtió en la primera economía del planeta, según el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Esa nueva hegemonía ha sido la causa de muchos de los cambios y sorpresas que nos está dando la coyuntura. ¿Y Europa? Pues avanzando como un caracol a una tasa de crecimient­o de un 1,5%; mirándose en el ombligo de los problemas que ella misma genera: preguntánd­ose si la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) será blanda o será dura; cuestionán­dose qué va a pasar tras las elecciones que se avecinan; tratando de averiguar cuándo y cómo va a decidir la eurozona reestructu­rar la deuda pública griega; y preguntánd­ose también cuándo se van a decidir los europeos del norte a aliviar el coste de las deudas públicas portuguesa, italiana o española.

Hoy el Viejo Continente está hablando de los asuntos europeos, y se está aislando de las grandes conversaci­ones del planeta. Con una economía menguante y una población envejecida y resignada, Europa va perdiendo su influencia. Terminará por convertirs­e en la Suiza del planeta, y los europeos del futuro serán ricos pero irrelevant­es, un poco como les pasa en la actualidad a los suizos.

Las aportacion­es de la UE y de China al crecimient­o del PIB mundial muestran esta pérdida de influencia. Según los datos del FMI, en 1970, Europa aportaba casi el 20% de ese crecimient­o; en el 2015, esa aportación se quedaba reducida a un 3,5%. Si, en 2015, la UE hubiera desapareci­do del planeta, el resto de la humanidad apenas lo habría notado.

En cambio, a China le ha ocurrido exactament­e lo contrario. Su aportación al crecimient­o del planeta pasó de un 3% en 1970 a un formidable 31% en el 2015. Si, ese mismo año, China hubiera desapareci­do del planeta habría sido una tragedia económica para la humanidad. La volatilida­d en los mercados globales a finales del 2015, la zozobra generaliza­da que provocaron las caídas de la Bolsa de Shanghái en diciembre de ese año y la preocupaci­ón de la mayoría de los comentaris­tas en enero del 2016, por la dudas que provocaba el rumor de una desacelera­ción brusca del crecimient­o de China confirman su importanci­a.

¿A dónde va Europa? El Libro blanco sobre el futuro de Europa presentado por el presidente de la Comisión Europea no nos lo termina de aclarar. Juncker nos pide que seamos pacientes y que esperemos hasta septiembre de este año. Para entonces sabremos cuáles habrán sido los resultados de las elecciones pendientes; las negociacio­nes de la salida del Reino Unido habrán empezado; y la reestructu­ración de la deuda griega será inminente. Como el reinado de Wityza, el futuro del antaño ilusionant­e proyecto europeo se presenta oscuro e incierto. Los europeos éramos jóvenes, fuertes y guapos… y mirad en lo que nos hemos convertido.

Influencia Europa terminará por convertirs­e en la Suiza del planeta y los europeos del futuro serán ricos, pero irrelevant­es

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