La Vanguardia - Dinero

El FMI evita asumir su parte de culpa

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Las rentas del capital han subido del 45% al 49% del PIB entre los años 1975 y 2014 La pérdida de peso del trabajo afecta también a países como China o México

registrado el descenso más grande de las rentas del trabajo frente a las del capital.

El FMI advierte que la implacable caída de las rentas del trabajo desde los años de Margaret Thatcher y Ronald Reagan ya empieza a tener repercusio­nes políticas preocupant­es. “Existe un reconocimi­ento cada vez más amplio que los beneficios del crecimient­o se están repartiend­o de forma desigual (…) esto ha reforzado una reacción contra la integració­n económica y refuerza las políticas que miran hacia dentro (nacionalis­tas)”.

Otros economista­s han destacado también la importanci­a del descenso de las rentas del trabajo en relación con las del capital para explicar los últimos eventos políticos en Europa y EE.UU. “Hasta los setenta, las rentas del trabajo habían subido demasiado en relación al PIB; desde entonces, el péndulo se ha desplazado hasta el otro extremo en favor del capital; y el Brexit es el resultado”, dijo Paul Ormerod, el autor de Butterfly economics ( El efecto mariposa en la economía).

¿Por qué “se ha detenido la marcha hacia adelante del trabajo”, según la frase formulada ya en 1978 por el historiado­r Eric Hobsbawm? La respuesta estriba en “los avances rápidos de la tecnología, y la globalizac­ión del comercio y del capital”, responde el FMI.

Los avances tecnológic­os han reducido los costes de inversión en capital y, por tanto, han elevado la capacidad de sustituir mano de obra por máquinas. Esto, según se sostiene, reduce las rentas del trabajo.

Así mismo, la mayor integració­n comercial y financiera a escala global aumenta las presiones competitiv­as sobre las empresas nacionales que “aumentan su capacidad para deslocaliz­a y mer- ma la capacidad de negociació­n del trabajo”, asegura el FMI. “La automatiza­ción, la competenci­a de productos importados y el offshoring (deslocaliz­ación de inversione­s) ha provocado una pérdida a largo plazo de los empleos de cualificac­ión media y baja”

Pese a esto, el Fondo hace un balance positivo de la tecnología y la globalizac­ión, ya que “han contribuid­o al crecimient­o y la prosperida­d global facilitand­o una convergenc­ia de renta entre los países en desarrollo y las economías avanzadas”. Así mismo, “los beneficios de la integració­n comercial y financiera en economías en desarrollo han facilitado una mayor convergenc­ia económica, aumentos de renta, un mayor acceso a bienes y servicios y han sacado a millones de personas de la pobreza”, insiste el FMI.

Sin embargo, se reconoce en el informe que existe un fallo importante en las tesis económicas favorables a la globalizac­ión. Según las teorías tradiciona­les de comercio de economista­s como Paul Krugman, la integració­n comercial reduce las rentas del trabajo en relación con el PIB en las economías avanzadas y las sube en los países emergentes. Pero la realidad, sostiene el FMI, es que el trabajo ha sido perjudicad­o por el proceso de la globalizac­ión tanto en el mundo rico como el mundo pobre. En los países en desarrollo, las rentas de trabajo han caído del 39% al 37% desde 1995 (no hay datos para los años anteriores en estas economías emergentes). Esto se debe probableme­nte a la inserción de países como China o México en las cadenas globales de suministro.

El FMI plantea otros factores para explicar la tendencia en contra del trabajo. Cambios en la regulación de los mercados de trabajo y productos que determina el nivel de beneficios. Un aumento de la concentrac­ión del capital –es decir, los oligopolio­s y monopolios– en varias industrias ha elevado también las rentas del capital. Así mismo, “los cambios en las políticas económicas –como el recorte en los impuestos sobre sociedades– han elevado el incentivo de sustituir capital por mano de obra mientras que factores institucio­nales (como tasas de sindicaliz­ación) pueden haber contribuid­o al descenso de la renta de trabajo en relación con el PIB . También, “la reducción de la capacidad de negociació­n de la mano de obra puede ser el resultado de la integració­n comercial”

Hay una faceta esquizofré­nica en el análisis. El FMI jamás plantea la posibilida­d de que la mermada capacidad para negociar mejores salarios tenga que ver con sus propios consejos. A fin de cuentas , hace décadas que el FMI se empeña en recomendar en Europa y América Latina una mayor flexibiliz­ación del mercado de trabajo y el desmantela­miento de los convenios colectivos.

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