DOM PÉRIGNON BEBERSE LAS ESTRELLAS
Es un icono del lujo. Filosofía de vida. Tiempo de espera y capacidad de arriesgar con un solo objetivo, ser el mejor. El mejor del mundo. ¿Cómo? En Dom Pérignon sólo se trabaja con la mejor uva. La más excelente. Si la cosecha no es suficientemente buena no hay champán. Así de sencillo.
Richard Geoffroy, actual chef de cave sigue esa constante búsqueda de la excelencia con ediciones limitadas cosechadas sólo en los mejores años y un claro concepto para la posteridad. “No importa de dónde vienen. El núcleo de la mezcla es de ocho históricos Grands Crus: Aÿ, Bouzy, Verzenay, Mailly, Chouilly, Cramant, Avize, Le Mesnil, además del legendario viñedo Premier Cru de Hautvillers. Pero Dom Pérignon también tiene el privilegio único de ser capaz de seleccionar uvas de otros viñedos, de los 17 Grands Crus de Champagne”, recuerda Geoffroy que así consigue añadas increíbles. Como el Dom Pérignon Rosé Vintage 2005 que es la estrella de este año. Un champán (ellos le llaman vino) de coleccionista que la firma presentó hace un mes escaso con presentación a la altura en el Museo Dalí de Figueres y una cena en el Monasterio de Sant Pere de Rodes maridada por el chef Paco Pérez, que suma 5 estrellas Michelin .
Uno que responde por completo al espíritu del padre de todo este invento, Dom Pierre Pérignon (1639-1715), que vivió con la única obsesión de elaborar el mejor vino mundo. Ese es el nombre del monje benedictino que hace casi tres siglos, en la Abadía de Hautvillers, se dice que exclamó entusiasmado: “¡Estoy bebiendo estrellas!”, al probar el primer espumoso que ahora se celebra en todo el mundo.
Los precios de este lujo embotellado van desde 160 euros que puede costar el último Vintage hasta tres veces más si se trata de un Plenitud 2 o un Plenitud 3, que supera los 600 euros. En el caso de este último, hay que solicitarlo directamente a la maison pero su precio no baja jamás de los 1.000 euros. Dom Pérignon presentó bajo la bóveda del Museu Dalí su especial Rosé Vintage 2005